Día 11: Seguir
aprendiendo 24 marzo 2020 (39673 infectados, 3794 curados)
Se me ocurrió hace 7 meses desempolvar mis conocimientos de
inglés. Hubo un tiempo que mi cerebro dejó de traducir frases para expulsarlas en ese idioma como si fuera
el mío de toda la vida. Ahora solo en raras ocasiones puedo hablarlo con
alguien y no con la soltura que tenía anteriormente. Es cierto que mantengo
algún contacto con amigos extranjeros. Intercambio algunas frases, pero nada
que se salgan de un saludo coloquial o las preguntas típicas de cortesía. Vamos
lo que se aprende en los primeros años de aprendizaje de la lengua inglesa. Qué
si un Hi! How are you? How do you feel today? You look great! Lovely! See you soon! Take
care! ¡Bye bye! Y todas esas frases simples que ya están en nuestra cabeza. Tengo que deciros que siempre intento ver películas y series
en versión original, y digo intento
porque rara vez lo hago. Después de una larga jornada de trabajo, con muchas
horas de ordenador, a quién le apetece seguir poniendo a prueba su cerebro,
teniendo que soportar toda esa información en otro idioma. ¡¿No será mejor que me recline en el sofá y
que vea la serie sin esfuerzo, entendiendo al cien por cien todo lo que se dice?!
Aún así, hay días que yo misma me convenzo de lo bueno que
sería para mí, coger el mando de la tele y pinchar en el botón versión
original. Lo he hecho, sí, sí. Pero también he comprobado como pasados quince
minutos he desconectado del hilo de la trama, no me he enterado de nada y me he
dormido. Me he dado cuenta que el propio mando a distancia me proporciona otras
opciones. Puedo pinchar en el botón subtítulos, ¡interesante!, con dos posibilidades
de elección inglés o español. Por eso de
incrementar el vocabulario y entender mejor, mi primera opción es elegir subtítulos
en inglés. Como era de esperar no aguanto ni diez minutos, me dedico a intentar
leer y a la vez traducir lo que está escrito. Incluso leo hasta lo que
entiendo, que a veces es bastante, pero yo sigo como si se me escapara algún
momento trascendental del diálogo. Me empiezan a llorar los ojos, las letras se
me amontonan y me desespero. Con este sistema ni veo la película, ni leo el
texto. Acabo tan cansada que prefiero
apagar la pantalla y dedicarme a otra cosa. Tengo que deciros que he elegido
muchas veces el botón subtítulos en español. Con esta opción mi cerebro se pone
en bucle leyendo lo más rápido posible para atender la secuencia de lo que
ocurre en la serie, entender la trama y conseguir captar lo que los personajes
hablan en inglés. Al final solo me entero de la mitad de las cosas y como estoy
muy fatigada, cuando me quiero dar cuenta ya he cerrado los ojos. Así que
ninguna opción es buena para mí, ni versión original ni con subtítulos. Yo lo que quiero es entender en inglés como lo hago en español,
tener ese poder que te da el manejo de hablar dos Lenguas. Por eso hace unos
meses me propuse poner remedio a mi carencia verbal y volver a parlotear como lo hacía antes en un
segundo idioma.
Elegí la academia más cercana a mi casa, simplemente porque
estoy aburrida de coger el coche para todo. Solo necesitaba algún nativo que
perdiera unas horas semanales conmigo. Por supuesto mis objetivos prioritarios:
hablar y escuchar, responder y comprender. Les descoloqué cuando les dije que
una de mis aficiones iba a ser “Objetivo
Inglés en toda mi vida. No busco certificados académicos, ni escalar hacia cursos superiores”. Solo hablar, hablar y entender mejor para poder ver programas en la televisión con tranquilidad, sin que se tense mi cerebro, escuchar canciones con
ese acento tan particular, leer titulares de prensa, echar un vistazo a alguna columna periodística
o captar el humor sajón. Todo eso requería una prueba de nivel para situarme en
no sé qué rango marcado por la Academia Inglesa de Oxford. “¡Oye que yo solo quiero chapurrear un poco! ¡De
verdad no es necesario, que ya tengo el
certificado Cambridge, chaval! En
este momento de mi vida no voy ya a aspirar a un puesto mejor, ya he llegado a
lo más alto de mi profesión, así que paso de examen, que vengo por ocio”.
Durante estos meses he recordado todo lo olvidado, he sido
capaz hasta de volver a soñar en inglés y he vuelto loca a la familia para que
se comuniquen conmigo en ese idioma. No contesto si no se dirigen en inglés,
así que desde hace un tiempo ya no me llaman tanto y me rehúyen siempre que
pueden. Lo entiendo, la verdad, vaya
plomazo, pero a mí me viene bien, voy
consiguiendo poco a poco mi objetivo. Propuse a Fiona, mi profesora, hacer varios
trabajos, un par de presentaciones mensuales sobre pintores contemporáneos o sobre diferentes estilos musicales y músicos. “¡Podría ser interesante, aprenderíamos las
dos y me pasaría la hora hablando!” Ella no sabía cómo agradecérmelo y vio
el “cielo abierto” con mi propuesta,
ya no tendría que sacarme tantos temas de conversación, ni preparar tantos
audios para mí. “Sé que soy una alumna
incansable” y desde el principio me negué a hacer fichas con múltiples
ejercicios y ni hablar de deberes. Mi aprendizaje debía ser de otra manera, una enseñanza diferente
aprender por aprender, nada de estrés, ni complicaciones raras gramaticales.
Simplemente aplicar el lenguaje de la vida diaria a lo ya aprendido por mí y
sobre todo tener ambas una buena actitud profesora-alumna para progresar
adecuadamente.
Con toda esta locura del encierro vírico, la Academia ha
cerrado obligatoriamente como todo lo que no es esencial. Echo de menos todas
esas conversaciones de los martes y jueves, "muy vitales para mí, claro que sí”. He pensado que sería bueno repasar
la gramática, en los momentos más tediosos del día, "¡yo que sé, los verbos irregulares por ejemplo, los pronombres,
adjetivos, preposiciones, frases hechas, verbos pronominales. ¡No es tan complicado,
en unas horas hecho! Así le
demostraría a Fiona que sigo ahí, luchando por dominar su idioma".
Hace ocho días recibí un correo electrónico del director de
la Academia, me informaba de la posibilidad de seguir mi formación a través del ordenador. Clases
virtuales para no olvidar lo aprendido o para no desacelerar la marcha y el
aire que estaba yo cogiendo. Me indicó el procedimiento y un día después estaba
hablando con mi nuevo profesor virtual, no era ella, pero ahí estaba través de
la pantalla un joven británico dándome indicaciones sobre pronunciación o formas
nuevas de expresión, arrancándome las palabras hasta convertirlas en frases
fluidas. ¡Qué buena experiencia! Solo hablar por hablar, por supuesto nada de
fichas o Homework, "ya soy suficientemente mayor como para que me manden trabajo extra para casa". Después de tres clases me he hecho experta en vocabulario británico
sobre Coronavirus, enfermedades víricas, tratamientos, fármacos y todo tipo de
artilugios médicos. ¡Viva la tecnología!
Mi aplauso de las 8 de la tarde va para todos los profesores
que están haciendo un esfuerzo enorme para que sus estudiantes sigamos
aprendiendo.
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