sábado, 21 de marzo de 2020

COVID-19 DIARIO DE UN ENCIERRO OBLIGADO-DÍA 8






Día 8: Aburrirse 21 marzo 2020 (25374 infectados, 1378 fallecidos)


Según el diccionario de María Moliner aburrirse (con, de o en) es una forma pronominal que hace referencia a consumirse o exasperarse. Sufrir fastidio con cierta cosa que resulta pesada.
Con tanta actividad rutinaria para que no decaiga nuestro ánimo,  para tener una sensación de positividad o  para sentirnos más activos  y vitales, quizá para creernos que estamos con buena salud mental, a día de hoy tengo que reconocer que  estoy harta de hacer todos los días diferentes cosas para sentirme mejor. Mi energía para continuar está en punto muerto  y me aburro con, de o en.
Analizando la esclarecedora definición de María Moliner y aplicándola literalmente a mi vida me aburro con, os diré que es posible que al explicar esta acepción, me meta en un lío y que algunas sensibilidades pueden levantar ampollas y lo mismo me echan de casa. ¡Aunque claro con la que está cayendo no pueden! Me aburro con mi perro, solo hace que comer y dormir, no es capaz de dirigirme ni una mirada graciosa, de traerme su pelota para que se la lance o alegrarse cuando le pongo la comida en su plato. Estos días solo se emociona cuando por la noche me siento en el sofá, me cobijo en mi manta y acto seguido él se echa encima de  mis pies para dormitar una siesta de horas, si le dejo podría pasar así la noche y no se movería del sitio. Él sí está encantado con la situación, no le importa quedarse en casa, ya tiene su jardín y con la ración diaria de agua y comida tiene resuelta su vida ¿Qué más puede necesitar? Me aburre su actitud. Qué decir de los chicos de mi casa “They bore me”. No hay nada más divertido para un adolescente que quedarse encerrado la mayor parte del día en su habitación con sus amigos todos encajonados en una pantalla buscando no sé qué, o luchando contra no sé qué ejército. Cuando aparezco con el parchís, los cubiletes y las fichas de colores, se parte de risa y me ve como a un ser extraño que surge de su tumba. “¿Qué tal el Ajedrez? ¿saco el Monopoly? ¿un Risk? ¿bajo al garaje y cojo el Cluedo? ¿qué te parece un Quién es Quién? ¿por qué no preparo Tabú?” Y muy entusiasta le recuerdo que hace años lo pasábamos bien, era divertido. Pero claro eso de poner un tablero en una mesa y unas fichitas, preguntas por aquí y por allá, como que ya no llama la atención, tanto estímulo sale de la Xbox que no estamos para cajitas de cartón con jueguecitos. “¿Y si nos  hacemos un Go?”, en serio, es el ajedrez chino, no es por mal pero es difícil y nos llevaría más de un día aprenderlo. Obviamente no cuela, y me enseña las puntuaciones que lleva jugando en su ordenador al Ajedrez y al Go. “Bored”. Natan está demasiado atareado con su trabajo, hoy ha planificado varias supervisiones clínicas, un par de reuniones con su equipo y además en breve dará una clase a través de la plataforma Zoom con sus alumnos de enfermería. Esto es serio nada de interrumpir, me paro en la puerta y mejor no paso del dintel. Casi seguro que para las 10 de la noche quedemos para ver una serie. Por cierto no duro más de media hora atenta a la pantalla, y la mayoría de los días le pregunto “¿pero y la chica no se había liado con su amigo, cómo es que ahora está con él?”, él un poco contrariado y con razón, me dice que eso ha pasado hace dos capítulos, o sea hace más de dos horas. Lo sé, soy un desastre siguiendo series.
 Me aburro de, andar una y otra vez por las habitaciones, de ver los objetos que decoran la casa en la misma posición. Me aburro de que nadie pase por la calle. De cocinar a diario, de hacer bicicleta, de hacer aerobic, de limpiar y recoger, incluso de bailar, de practicar inglés, de escuchar música o de leer. Después de 8 días de encierro se me hace tediosa la lectura de la prensa con sus páginas de opinión, artículos informativos, reportajes especiales, siempre el mismo tema, el maldito virus. Soy inquieta y la calma no es mi aliada por eso la lectura de un libro me retiene sentada poco tiempo, me desconcentro y acabo hartándome. Que decir de los cientos de mensajes que recibo a través del teléfono. Al principio eran una bendición, saber que todos estábamos conectados nos unía en este encierro, pero hoy son un poco cansados, hay tanta  diligencia por mostrar algo gracioso, inteligente, ingenioso que es demasiado. Recibir tantas fotos, vídeos, audios, textos, es un poco alarmante, que sí que están bien pero por favor nos queda mucho tiempo, calmaos un poco porque estoy saturada y aburrida de ellos.
Por último me aburro en mi casa, y mira que hago cosas, no paro, estoy incluso perdiendo peso, llego cansada a la noche y solo pensar en el día siguiente me estresa con lo que tengo planeado hacer. Estoy deseando que esto pase y mi cabeza está cargándose como una olla a presión, ya puedo bajar el fuego para tranquilizarme porque esta clausura obligada va a ser larga. Hoy he pensado en la película de Luis Buñuel El ángel exterminador a lo mejor como sus protagonistas el día que podamos salir de este encierro no encontremos la salida. A lo mejor ya no queremos dejar nuestras habitaciones  por razones misteriosas totalmente desconocidas, aunque aparentemente no haya nada que lo impida, lo mismo que sus personajes.

Hoy me despido pidiéndoles disculpas por mi aburrimiento con, de o en, mi aplauso de las 8 va por todos ustedes.

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