Día cero: Estado de alarma nacional 13 de
marzo 2020 (5679 infectados)
Cómo iba a pensar que siete meses después de la celebración de
la boda del hijo de mis mejores amigos, estuviéramos como estamos hoy. Aquel
día bailábamos felices, con los brazos
en alto, cantando la canción “Follow the leader” y todos a una moviéndonos
hacia adelante después hacia atrás organizados en una coreografía
perfecta, cantando cada vez más alto y fuerte nuestra felicidad sin esperar que
nada ni nadie interrumpiese ese estado de catarsis eufórico. Más o menos a la
misma hora que aquel día, cuando comenzábamos nuestro baile, el presidente del
gobierno, hoy ha anunciado que estamos
en estado de alarma nacional. No sabemos muy bien en qué consiste, se nos hace
patente que tendremos que permanecer en nuestras casas confinados para no
contagiar o contagiarnos del virus procedente de China Covid-19, Coronavirus.
Llevo atenta a la evolución del virus, por lo menos mes y
medio. Nos han hecho creer los expertos gubernamentales, que aquí no nos iba a
llegar la infección o si lo hacía era en menor medida que en otros lugares y
con pocos contagios. Sólo me he dado cuenta del peligro cuando he visto lo que
estaba pasando en Italia, un número de
contagios elevado multiplicándose cada día con un número de fallecimientos
elevados. Todo esto me ha hecho pensar que las cifras de infectados y de
defunciones iba a alcanzar a España en la misma proporción que en el país
hermano y claro a partir de ahí muchos nos hemos echado las manos a la cabeza y
lamentamos la dejadez de nuestros gobernantes.
Aun así ha habido quien no ha querido creer el peligro, no se
cree que haya que cambiar por un tiempo nuestras costumbres sociales y tengamos
que volvernos un poco ermitaños. Las precauciones que ha tomado la sociedad han
sido mínimas, pensamos que con nosotros no iba la cosa y así estamos en este
punto: Confinamiento. Una situación ajena e irreal difícil de digerir.
En el trabajo hace una semana los alumnos PIR de Máster
procedentes de Asturias nos comentaron que nos preparáramos para hacer frente a
un contagio del 80% de la población. Habían tenido una reunión con la dirección
del hospital de su zona instándoles a no salir de su región. Nos pareció
exagerado y fuera de lugar lo que decían. Aun así no dejé de alarmarme y empecé
a extremar precauciones.
Me encanta escuchar la radio y tan sólo uno de los programas
del fin de semana daba datos alarmantes a una semana vista. El grado de
contagio se ha multiplicado por dos, por tres y por cuatro en estos días
cumpliéndose los pronósticos de los alumnos y el radiofonista.
Desde hoy viernes se han cerrado negocios en cascada hasta
conseguir el 100% en la enseñanza, restaurantes, hoteles , pequeños negocios,
así hasta llegar al anuncio de que sólo pueden abrir farmacias, tiendas de alimentación y aquellos
que vendan artículos de primera necesidad. Me ha llamado la atención que esto
se extiende a los quioscos para la venta de prensa, lo entiendo tenemos que
estar informados, y lo estancos, éste me llama más la atención, increíble,
supongo que es porque la población tiene que reducir su ansiedad fumando hasta
la extenuación para que luego la sanidad le ayude a superar la enfermedad terminal que puede llegar a
tener. Lo cierto es que estos establecimientos han tenido colas para conseguir
la porción de tabaco a fumar para días de encierro en los domicilios, espero
que no olviden abrir las ventanas para no contaminar a su familia.
Haciendo un acto de responsabilidad para minimizar riesgos, el director de la
clínica donde trabajo me ha informado del cierre temporal de nuestra Unidad así
que fui llamando a cada uno de los
pacientes cancelando las citas de terapia para la próxima semana. Obviamente
nadie se enfadó por ello y muy gustosamente aceptaron la cancelación. Somos un
centro donde tenemos un estrecho contacto con los pacientes, nuestra cercanía
física es parte de nuestro trabajo y sería un acto imprudente seguir
manteniendo ese contacto tan cercano. Les hemos ofrecido a todos la posibilidad
de llamar y poder ser atendidos por los terapeutas desde la clínica, con seguimiento
telefónico para que nadie se sienta abandonado, queremos que sepan que seguimos
ahí pero por otro medio diferente al habitual.
Creo que la responsabilidad es de cada uno y que esto tiene
que ser un acto de cuidado hacia uno mismo para respetar que el otro no sea
contagiado y vencer el Covid-19
Día 1: Confinamiento 14
de marzo 2020 (6391 infectados)
El primer día hay que hacer un acto de imaginarse dos semanas
encerrado en casa y empezar a aceptarlo. Tengo que reconocer que soy
privilegiada, vivo a las afueras de la ciudad, rodeada de naturaleza por un
lado, y por otro una hermosa playa por la que ahora no se podrá pasear y
disfruto de un jardín particular que va a ser el pulmón de toda mi familia.
Las indicaciones son claras: no salir de casa, no tener
contacto con vecinos, se puede sacar a los animales domésticos y uno de la
familia encargarse de comprar alimentos. Desde hace un par de días la prensa
ofrece imágenes de histerismo de la población comprando en los supermercados
como si los víveres se fueran a acabar y no hubiera para todos. Desde los
medios se insististe en que no habrá ningún problema de desabastecimiento. Pero
con la comida nos ponemos nerviosos y nos agobia no tener que comer, por otro
lado ha sido sorprendente que uno de los artículos que ha faltado de los
lineales haya sido el papel higiénico, sorprendente. Supongo que basta con que
una persona vea a alguien que se lleva un par de paquetes de seis rollos para
que se apunte a comprar dos paquetes más y así unos por otros dejamos vacío el
lineal . Es que no somos racionales y el miedo nos puede, sin embargo no ha
faltado el jabón para lavarse las manos, que es lo que más debemos cuidar. Lo
hay en grandes cantidades y en todos los formatos, pastilla o líquido. En fin
no dejo de sorprenderme de cómo nos comportamos.
Decido salir yo a comprar, esto es porque casi siempre lo
hago yo en mi casa y porque veo que mi marido, Natan es más propenso a cazar
virus que y cuando tiene un catarro no lo suelta en varios meses. En el coche
me voy mentalizando que tengo que tener paciencia. Tengo que focalizarme solo
en la lista que he hecho con lo necesario para una semana y no dejarme llevar
por lo que cojan los demas. Veo mucha
gente en el supermercado, más de lo habitual. Lo primero que percibo es que todos
hacen las cosas muy rápido. Desde la entrada largas mesas de lineales con papel
higiénico y en promoción. Habrán pensado que si los consumidores vemos esa
cantidad de rollos de papel nos vamos a tranquilizar. Los empleados que veo
cada semana me saludan y me dicen que trabajan sin descanso, que es una locura
y empatizo con ellos dándoles mi agradecimiento por su labor. He intentado
concentrarme en mi lista entre tanto jaleo. Voy cumpliendo mis objetivos, un
poco de carne, un poco de pescado, arroz, lentejas, garbanzos, fruta, huevos,
leche, agua, pasta, aceite, algunas latas, cereales, unas coca colas, yogures,
varios paquetes de jabón de manos, diferentes geles y champús y como no, papel higiénico no podía faltar, no va a ser
mi familia menos que las demás, es parte del contagio si todos lo compran yo
también no vaya a ser.... También he pensado que la lejía sería importante o el
jabón de lavadora y el suavizante sin olvidarme de la comida de nuestro perro.
Realmente salir del supermercado ha sido un alivio. Pero una vez que he salido
me he dado cuenta que la exposición al virus ha sido muy alta y que hay que
poner orden a la hora de ir a comprar. Si hay mucha gente comprando a la vez, cómo no
nos vamos a contagiar, en pocos días todos habremos contraído la enfermedad un
buen número de nosotros. Por favor orden y tranquilidad.
Ahora lo mejor es estar confinados en casa. Yo no sé estar en
casa mucho tiempo encerrada y no sé lo que es estar tranquila sentada por mucho
tiempo en un sofá. No me gusta ver la televisión, veo alguna serie en Netflix o
Prime, pero no es lo mío y me suelo
dormir a los pocos minutos de empezarlas a ver. Mi día a día a parte del
trabajo consiste en realizar muchas actividades, lo ideal es no estar parada.
Hoy es sábado, hace buen día, desde el salón de mi casa veo el jardín, está un
poco descuidado, no suelo cortar el césped en invierno, pero ahora es el
momento. Enchufada a la radio con mis cascos a todo volumen, me paso más de dos
horas dedicada al jardín y he disfrutado mucho de este momento.
Con la cantidad de alimentos que he traído, me cuesta pensar
qué comida hacer. He hecho una paella, que me ha salido increíble, un sabor
excepcional, para chuparse los dedos. Con el último bocado nuestra hija mediana
nos ha dado la noticia de que su hotel cierra durante dos meses y los granos se
nos han atragantado. Era algo que
esperábamos aunque no queríamos oír. La lista del paro va a ser elevada y la
desesperación de la sociedad va a ser un
duro golpe que remontará lentamente. Cómo no animarla, superaremos esto, los
españoles somos solidarios, no hay empresario que en estos momentos quiera
echar a sus empleados pero no les queda otra opción. El golpe económico de está
haciendo ya visible y como el virus va a alcanzar a mucha gente. La parte
positiva es la promesa de que todos serán recontratados cuando todo pase.
Desde Francia nuestra hija mayor seguirá su máster en París,
de manera diferida a través del ordenador, el país no ha adoptado todavía el
estado de alarma o las medidas de excepción que aquí, incluso no han anulado
los comicios previstos para mañana domingo, ellos sabrán.
Hacía varias semanas que nuestro hijo se había vuelto del sur
para iniciar un nuevo proyecto aquí, más cerca de nosotros. Mi madre se encuentra sola pero está bien
cuidada. Al vivir en una ciudad pequeña el riesgo es más bajo, aunque ella, por
su edad tiene mucho más riesgo que el resto. Se encuentra tranquila y habla de otros
periodos de su vida difíciles con más riesgo de mortandad que ahora. Realmente
su calma me admira. Así que aunque toda la familia esté separada, por ahora
estamos bien. La tecnología nos ayuda a conectarnos y hace que estemos más
cerca.
Por la tarde entre la lectura de periódicos, un poco de
trabajo, preparación de mis clases de inglés, mi aerobic casero, mis ensayos de
flamenco, mucho teléfono y demasiados mensajes de amigos y familiares se me ha
ido volando el tarde.
Escuchar las noticias con los nuevos porcentajes de infectados y número de
fallecimientos me crea un poco de ansiedad, pero enseguida recobro la calma
cuando me llega a través del Watsapp la convocatoria de un minuto de
aplausos por nuestros profesionales de
la sanidad que trabajan sin descanso por contener y salvar la vida de todos
nosotros. Cuando veo que podemos organizar actos tan simples como estos me
emociono y pienso que el ser humano es grande, ingenioso, tremendamente
solidario y bueno, aunque claro siempre hay excepciones. Mañana seguiré
aprendiendo de toda esta situación.
Día 2: Conciencia de
estar dentro. 15 de marzo 2020 (7753 infectados)
Es fácil quedarse en casa un domingo con mal tiempo, es
perfecto escuchar como llueve mientras me desperezo por la mañana hacia las 9.
Duermo poco y lo que suelo hacer es escuchar la radio desde las 7 de la mañana
y media hora después ya me estoy levantando por mi afán de hacer cosas banales,
que realmente bien podrían esperar o dejarse de hacer. Hoy ha estado bien
levantarse más tarde. Me estoy concienciando del encierro, de estar dentro de
casa sin salir y he decidido experimentar con mi comportamiento. Hacer las
cosas más lentamente, no tengo necesidad de hacer mis tareas como siempre a la
carrera, voy a tener más tiempo de lo normal aunque reconozco que eso me pone
nerviosa. Veré como me sienta todo este cambio en mi manera de ser.
En el teléfono muchos mensajes de amigos y familiares, creo
que nadie puede dormir bien y tiramos de teléfono para unirnos en estos
momentos de incertidumbre. Varios vídeos me emocionan y reconozco que se me han
saltado las lágrimas cuando veo a los profesionales chinos quitarse las
mascarillas venciendo la enfermedad o a los nuestros dándonos las gracias por
los aplausos de ayer por la noche. Me he levantado de muy buen humor, hay
esperanza en todos nosotros. El desayuno ha sido muy relajado con Natan, hemos
hablado de los pequeños problemas que nos vienen encima con todo este jaleo, él
siempre es muy positivo y donde yo veo problemas él no deja de encontrar
soluciones.
Llamar a mi madre ha sido mi objetivo prioritario, para mí no
sería fácil pasar estos días sin mi familia, aunque ella tiene acompañamiento,
pero no es lo mismo que estar con los tuyos. No está preocupada y le encanta
estar en su casa sin salir. Me dice que lleva varios kilómetros dando vueltas a
la mesa del salón y piensa seguir así un par de horas.
Recibo muchos mensajes desde Francia de mi hija mayor
animándonos con recopilaciones musicales que han surgido espontáneamente. Está
permitido pasear a los animales domésticos y mi hijo ha aprovechado esa
autorización para comprobar que los vecinos de esta zona acatamos la reclusión.
Es cierto que no se ha cruzado a nadie y el silencio de la calle le ha hecho
regresar a los 15 minutos. Hoy ha hecho
el último turno de hotel nuestra hija mediana, se ha despedido de sus
compañeros con cierta emoción y ha decidido hacer cuarentena por el riesgo de
haberse infectado de algún cliente.
Un buen churrasco al horno, no es día de barbacoa, ha hecho
una comida agradable. De fondo música de Willie Nelson sin perder de vista las
noticias de la televisión y estar a la última en la inmensidad de noticias que
hay.
La tarde es pesada con tanta lluvia, leo la prensa, a veces
me enfado, otras empatizo, me emociono con lo que veo y me asusta el aumento de
ayer a hoy de infectados. Lo mejor es mantenerse tranquila. Intento leer un
poco para evadirme, pero no consigo concentrarme. Lo mejor es hacer un poco de
ejercicio para soltar tensión, una hora de aerobic me saca un poco de tanta
información y dejar de pensar y hablar de todo este fenómeno vírico.
Natan consigue divertirme con su humor inteligente y me
recuerda que ya hemos pasado dos días encerrados y aquí estamos disfrutando uno
del otro. Por qué no cantar una canción a “voz en grito” y por qué no bailar
juntos esa canción que suena. Este encierro tiene de bueno que estamos haciendo
aquello que hace años no hacíamos, volvemos a valorar actividades que habíamos
olvidado por no tener tiempo, incluso abrimos los álbumes de fotos que hacía
años estaban en el armario. ¿Tendremos que dar gracias al Covid-19 por todo lo
que nos está aportando de bueno no solo a las personas sino al medio ambiente
por todo este parón?
Seguro que una situación como esta va a traer también cosas buenas. Resaltará lo mejor de la gente, así como de las parejas que se llevan bien y podrán conectar y reconectar. Impresiona en tu diario ver el incremento de positivos de cada día, habrá que vivir el día que se produzca el primer descenso de esa cifra como un gran día.
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