domingo, 15 de marzo de 2020

COVID-19: DIARIO DE UN ENCIERRO OBLIGADO-DÍA 0







Día cero: Estado de alarma nacional 13 de marzo 2020 (5679 infectados)

Cómo iba a pensar que siete meses después de la celebración de la boda del hijo de mis mejores amigos, estuviéramos como estamos hoy. Aquel día  bailábamos felices, con los brazos en alto, cantando la canción “Follow the leader” y todos a una moviéndonos hacia  adelante después  hacia atrás organizados en una coreografía perfecta, cantando cada vez más alto y fuerte nuestra felicidad sin esperar que nada ni nadie interrumpiese ese estado de catarsis eufórico. Más o menos a la misma hora que aquel día, cuando comenzábamos nuestro baile, el presidente del gobierno, hoy ha anunciado  que estamos en estado de alarma nacional. No sabemos muy bien en qué consiste, se nos hace patente que tendremos que permanecer en nuestras casas confinados para no contagiar o contagiarnos del virus procedente de China Covid-19, Coronavirus.
Llevo atenta a la evolución del virus, por lo menos mes y medio. Nos han hecho creer los expertos gubernamentales, que aquí no nos iba a llegar la infección o si lo hacía era en menor medida que en otros lugares y con pocos contagios. Sólo me he dado cuenta del peligro cuando he visto lo que estaba pasando en Italia, un  número de contagios elevado multiplicándose cada día con un número de fallecimientos elevados. Todo esto me ha hecho pensar que las cifras de infectados y de defunciones iba a alcanzar a España en la misma proporción que en el país hermano y claro a partir de ahí muchos nos hemos echado las manos a la cabeza y lamentamos la dejadez de nuestros  gobernantes.
Aun así ha habido quien no ha querido creer el peligro, no se cree que haya que cambiar por un tiempo nuestras costumbres sociales y tengamos que volvernos un poco ermitaños. Las precauciones que ha tomado la sociedad han sido mínimas, pensamos que con nosotros no iba la cosa y así estamos en este punto: Confinamiento. Una situación ajena e irreal difícil de digerir.
En el trabajo hace una semana los alumnos PIR de Máster procedentes de Asturias nos comentaron que nos preparáramos para hacer frente a un contagio del 80% de la población. Habían tenido una reunión con la dirección del hospital de su zona instándoles a no salir de su región. Nos pareció exagerado y fuera de lugar lo que decían. Aun así no dejé de alarmarme y empecé a extremar precauciones.
Me encanta escuchar la radio y tan sólo uno de los programas del fin de semana daba datos alarmantes a una semana vista. El grado de contagio se ha multiplicado por dos, por tres y por cuatro en estos días cumpliéndose los pronósticos de los alumnos y el radiofonista.
Desde hoy viernes se han cerrado negocios en cascada hasta conseguir el 100% en la enseñanza, restaurantes, hoteles , pequeños negocios, así hasta llegar al anuncio de que sólo pueden abrir  farmacias, tiendas de alimentación y aquellos que vendan artículos de primera necesidad. Me ha llamado la atención que esto se extiende a los quioscos para la venta de prensa, lo entiendo tenemos que estar informados, y lo estancos, éste me llama más la atención, increíble, supongo que es porque la población tiene que reducir su ansiedad fumando hasta la extenuación para que luego la sanidad le ayude a superar  la enfermedad terminal que puede llegar a tener. Lo cierto es que estos establecimientos han tenido colas para conseguir la porción de tabaco a fumar para días de encierro en los domicilios, espero que no olviden abrir las ventanas para no contaminar a su familia.
Haciendo un acto de responsabilidad  para minimizar riesgos, el director de la clínica donde trabajo me ha informado del cierre temporal de nuestra Unidad así que  fui llamando a cada uno de los pacientes cancelando las citas de terapia para la próxima semana. Obviamente nadie se enfadó por ello y muy gustosamente aceptaron la cancelación. Somos un centro donde tenemos un estrecho contacto con los pacientes, nuestra cercanía física es parte de nuestro trabajo y sería un acto imprudente seguir manteniendo ese contacto tan cercano. Les hemos ofrecido a todos la posibilidad de llamar y poder ser atendidos por los terapeutas desde la clínica, con seguimiento telefónico para que nadie se sienta abandonado, queremos que sepan que seguimos ahí pero por otro medio diferente al habitual.
Creo que la responsabilidad es de cada uno y que esto tiene que ser un acto de cuidado hacia uno mismo para respetar que el otro no sea contagiado y vencer el Covid-19

Día 1: Confinamiento 14 de marzo 2020 (6391 infectados)

El primer día hay que hacer un acto de imaginarse dos semanas encerrado en casa y empezar a aceptarlo. Tengo que reconocer que soy privilegiada, vivo a las afueras de la ciudad, rodeada de naturaleza por un lado, y por otro una hermosa playa por la que ahora no se podrá pasear y disfruto de un jardín particular que va a ser el pulmón de toda mi familia.
Las indicaciones son claras: no salir de casa, no tener contacto con vecinos, se puede sacar a los animales domésticos y uno de la familia encargarse de comprar alimentos. Desde hace un par de días la prensa ofrece imágenes de histerismo de la población comprando en los supermercados como si los víveres se fueran a acabar y no hubiera para todos. Desde los medios se insististe en que no habrá ningún problema de desabastecimiento. Pero con la comida nos ponemos nerviosos y nos agobia no tener que comer, por otro lado ha sido sorprendente que uno de los artículos que ha faltado de los lineales haya sido el papel higiénico, sorprendente. Supongo que basta con que una persona vea a alguien que se lleva un par de paquetes de seis rollos para que se apunte a comprar dos paquetes más y así unos por otros dejamos vacío el lineal . Es que no somos racionales y el miedo nos puede, sin embargo no ha faltado el jabón para lavarse las manos, que es lo que más debemos cuidar. Lo hay en grandes cantidades y en todos los formatos, pastilla o líquido. En fin no dejo de sorprenderme de cómo nos comportamos.
Decido salir yo a comprar, esto es porque casi siempre lo hago yo en mi casa y porque veo que mi marido, Natan es más propenso a cazar virus que y cuando tiene un catarro no lo suelta en varios meses. En el coche me voy mentalizando que tengo que tener paciencia. Tengo que focalizarme solo en la lista que he hecho con lo necesario para una semana y no dejarme llevar por lo que cojan los demas.  Veo mucha gente en el supermercado, más de lo habitual. Lo primero que percibo es que todos hacen las cosas muy rápido. Desde la entrada largas mesas de lineales con papel higiénico y en promoción. Habrán pensado que si los consumidores vemos esa cantidad de rollos de papel nos vamos a tranquilizar. Los empleados que veo cada semana me saludan y me dicen que trabajan sin descanso, que es una locura y empatizo con ellos dándoles mi agradecimiento por su labor. He intentado concentrarme en mi lista entre tanto jaleo. Voy cumpliendo mis objetivos, un poco de carne, un poco de pescado, arroz, lentejas, garbanzos, fruta, huevos, leche, agua, pasta, aceite, algunas latas, cereales, unas coca colas, yogures, varios paquetes de jabón de manos, diferentes geles y champús y como no,  papel higiénico no podía faltar, no va a ser mi familia menos que las demás, es parte del contagio si todos lo compran yo también no vaya a ser.... También he pensado que la lejía sería importante o el jabón de lavadora y el suavizante sin olvidarme de la comida de nuestro perro. Realmente salir del supermercado ha sido un alivio. Pero una vez que he salido me he dado cuenta que la exposición al virus ha sido muy alta y que hay que poner orden a la hora de ir a comprar. Si  hay mucha gente comprando a la vez, cómo no nos vamos a contagiar, en pocos días todos habremos contraído la enfermedad un buen número de nosotros. Por favor orden y tranquilidad.
Ahora lo mejor es estar confinados en casa. Yo no sé estar en casa mucho tiempo encerrada y no sé lo que es estar tranquila sentada por mucho tiempo en un sofá. No me gusta ver la televisión, veo alguna serie en Netflix o Prime, pero no es lo mío y  me suelo dormir a los pocos minutos de empezarlas a ver. Mi día a día a parte del trabajo consiste en realizar muchas actividades, lo ideal es no estar parada. Hoy es sábado, hace buen día, desde el salón de mi casa veo el jardín, está un poco descuidado, no suelo cortar el césped en invierno, pero ahora es el momento. Enchufada a la radio con mis cascos a todo volumen, me paso más de dos horas dedicada al jardín y he disfrutado mucho de este momento.
Con la cantidad de alimentos que he traído, me cuesta pensar qué comida hacer. He hecho una paella, que me ha salido increíble, un sabor excepcional, para chuparse los dedos. Con el último bocado nuestra hija mediana nos ha dado la noticia de que su hotel cierra durante dos meses y los granos se nos han atragantado.  Era algo que esperábamos aunque no queríamos oír. La lista del paro va a ser elevada y la desesperación de  la sociedad va a ser un duro golpe que remontará lentamente. Cómo no animarla, superaremos esto, los españoles somos solidarios, no hay empresario que en estos momentos quiera echar a sus empleados pero no les queda otra opción. El golpe económico de está haciendo ya visible y como el virus va a alcanzar a mucha gente. La parte positiva es la promesa de que todos serán recontratados cuando todo pase.
Desde Francia nuestra hija mayor seguirá su máster en París, de manera diferida a través del ordenador, el país no ha adoptado todavía el estado de alarma o las medidas de excepción que aquí, incluso no han anulado los comicios previstos para mañana domingo, ellos sabrán.
Hacía varias semanas que nuestro hijo se había vuelto del sur para iniciar un nuevo proyecto aquí, más cerca de nosotros.  Mi madre se encuentra sola pero está bien cuidada. Al vivir en una ciudad pequeña el riesgo es más bajo, aunque ella, por su edad tiene mucho más riesgo que el resto. Se encuentra tranquila y habla de otros periodos de su vida difíciles con más riesgo de mortandad que ahora. Realmente su calma me admira. Así que aunque toda la familia esté separada, por ahora estamos bien. La tecnología nos ayuda a conectarnos y hace que estemos más cerca.
Por la tarde entre la lectura de periódicos, un poco de trabajo, preparación de mis clases de inglés, mi aerobic casero, mis ensayos de flamenco, mucho teléfono y demasiados mensajes de amigos y familiares se me ha ido volando el tarde.
Escuchar las noticias con los nuevos  porcentajes de infectados y número de fallecimientos me crea un poco de ansiedad, pero enseguida recobro la calma cuando me llega a través del Watsapp la convocatoria de un minuto de aplausos  por nuestros profesionales de la sanidad que trabajan sin descanso por contener y salvar la vida de todos nosotros. Cuando veo que podemos organizar actos tan simples como estos me emociono y pienso que el ser humano es grande, ingenioso, tremendamente solidario y bueno, aunque claro siempre hay excepciones. Mañana seguiré aprendiendo de toda esta situación.

Día 2: Conciencia de estar dentro. 15 de marzo 2020 (7753 infectados)


Es fácil quedarse en casa un domingo con mal tiempo, es perfecto escuchar como llueve mientras me desperezo por la mañana hacia las 9. Duermo poco y lo que suelo hacer es escuchar la radio desde las 7 de la mañana y media hora después ya me estoy levantando por mi afán de hacer cosas banales, que realmente bien podrían esperar o dejarse de hacer. Hoy ha estado bien levantarse más tarde. Me estoy concienciando del encierro, de estar dentro de casa sin salir y he decidido experimentar con mi comportamiento. Hacer las cosas más lentamente, no tengo necesidad de hacer mis tareas como siempre a la carrera, voy a tener más tiempo de lo normal aunque reconozco que eso me pone nerviosa. Veré como me sienta todo este cambio en mi manera de ser.
En el teléfono muchos mensajes de amigos y familiares, creo que nadie puede dormir bien y tiramos de teléfono para unirnos en estos momentos de incertidumbre. Varios vídeos me emocionan y reconozco que se me han saltado las lágrimas cuando veo a los profesionales chinos quitarse las mascarillas venciendo la enfermedad o a los nuestros dándonos las gracias por los aplausos de ayer por la noche. Me he levantado de muy buen humor, hay esperanza en todos nosotros. El desayuno ha sido muy relajado con Natan, hemos hablado de los pequeños problemas que nos vienen encima con todo este jaleo, él siempre es muy positivo y donde yo veo problemas él no deja de encontrar soluciones.
Llamar a mi madre ha sido mi objetivo prioritario, para mí no sería fácil pasar estos días sin mi familia, aunque ella tiene acompañamiento, pero no es lo mismo que estar con los tuyos. No está preocupada y le encanta estar en su casa sin salir. Me dice que lleva varios kilómetros dando vueltas a la mesa del salón y piensa seguir así un par de horas.
Recibo muchos mensajes desde Francia de mi hija mayor animándonos con recopilaciones musicales que han surgido espontáneamente. Está permitido pasear a los animales domésticos y mi hijo ha aprovechado esa autorización para comprobar que los vecinos de esta zona acatamos la reclusión. Es cierto que no se ha cruzado a nadie y el silencio de la calle le ha hecho regresar a los 15 minutos.  Hoy ha hecho el último turno de hotel nuestra hija mediana, se ha despedido de sus compañeros con cierta emoción y ha decidido hacer cuarentena por el riesgo de haberse infectado de algún cliente.
Un buen churrasco al horno, no es día de barbacoa, ha hecho una comida agradable. De fondo música de Willie Nelson sin perder de vista las noticias de la televisión y estar a la última en la inmensidad de noticias que hay.
La tarde es pesada con tanta lluvia, leo la prensa, a veces me enfado, otras empatizo, me emociono con lo que veo y me asusta el aumento de ayer a hoy de infectados. Lo mejor es mantenerse tranquila. Intento leer un poco para evadirme, pero no consigo concentrarme. Lo mejor es hacer un poco de ejercicio para soltar tensión, una hora de aerobic me saca un poco de tanta información y dejar de pensar y hablar de todo este fenómeno vírico.
Natan consigue divertirme con su humor inteligente y me recuerda que ya hemos pasado dos días encerrados y aquí estamos disfrutando uno del otro. Por qué no cantar una canción a “voz en grito” y por qué no bailar juntos esa canción que suena. Este encierro tiene de bueno que estamos haciendo aquello que hace años no hacíamos, volvemos a valorar actividades que habíamos olvidado por no tener tiempo, incluso abrimos los álbumes de fotos que hacía años estaban en el armario. ¿Tendremos que dar gracias al Covid-19 por todo lo que nos está aportando de bueno no solo a las personas sino al medio ambiente por todo este parón?

1 comentario:

  1. Seguro que una situación como esta va a traer también cosas buenas. Resaltará lo mejor de la gente, así como de las parejas que se llevan bien y podrán conectar y reconectar. Impresiona en tu diario ver el incremento de positivos de cada día, habrá que vivir el día que se produzca el primer descenso de esa cifra como un gran día.

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