lunes, 6 de abril de 2020

COVID-19 DIARIO DE UN ENCIERRO OBLIGADO-DÍA 24




Día 24: ¿Antibacterial? Sí, por favor  6 de Abril 2020
(135.032 infectados, 13.169 fallecidos,  40.437 curados)

*Alcohol en gel o gel hidroalcohólico, gel desinfectacte, gel de alcohol, alcohol gel, gel limpiador bactericida o gel antibacterial, es un producto que se emplea como complemento del agua y el jabón para lavarse las manos. Fue creado en 1966 por la estudiante de enfermería  Guadalupe Hernández.  https://es.wikipedia.org/wiki/Alcohol_en_gel  6/abril/2020

“No hay mal que por bien no venga”.
Mira que es raro que le salga a uno hongos en el interior de las uñas de las manos, que siempre están al aire. Bueno pues a mí me acompaña uno desde hace más de dos años y medio en la uña del dedo pulgar mano derecha. Es un organismo que llevo conmigo con bastante paciencia y que aunque me fastidia no pasa de ser una molestia estética. No me duele y aunque todavía no lo he vencido, lo mantengo a raya. Tiene los días contados.
Al principio lo primero que se me ocurrió fue enseñarle mi dedo a la farmacéutica y ella categóricamente afirmó que se había apoderado de mí un hongo y no dudó en recetarme un fungicida que no valió para nada ya que al finalizar el tratamiento después de varios meses “la infección fúngica” se había extendido por toda la superficie interna entre la uña y la piel. No quiero ser desagradable contando estas miserias físicas imperceptibles. Pero los acontecimientos de este encierro han hecho variar la vida del interior de mi uña.
Visité a una podóloga, “del tema de los pies no voy a decir ni una palabra”, pero haciendo una similitud entre ambas extremidades, pensé  que ella si me podría dar una solución definitiva  para echar a este inquilino tan intrusivo. Tuve que pasar por un análisis con restos del espécimen y días después la profesional interpretó el resultado al que había llegado previamente la farmacéutica, con solo un vistazo. “Fungo diploide asexual, saprófito de la familia de los sacaromicetos”, o lo que es lo mismo “Candida albicans”
Nada importante un simple hongo invasivo. Con otro fármaco más potente que el usado anteriormente, “adiós diploide asexual” eso pensé al salir de la clínica podológica. Consumí un primer bote del potingue y otros dos más se apoderaron de mis costumbres diarias. Así que todavía sigo con el remedio porque “Candida albicans” aquí sigue haciéndome compañía. Ya lo considero una parte más de la forma de mis manos y aunque me advirtieron que era difícil desalojarlo, no creí que fuera para tanto. Casi tres años  conmigo es mucho tiempo, es toda una amistad, y no me extrañaría que me diera pena ver como se extingue de una vez por todas.
A vueltas con el confinamiento y todas las medidas higiénicas que estamos tomando para alejar al contagio, lo mejor que me podía haber ocurrido es empezar a usar el Gel limpiador de manos. Que conste que ya lo conocía aunque no lo había usado porque me daba un poco de “asquito”, olía muy bien pero me resecaba mucho las manos y no me merecía la pena usarlo. La primera vez que oí hablar del higienizante fue en la anterior epidemia, la Gripe Aviar, con ella llegó este desinfectante que invadió para bien todos los centros de trabajo y se comercializó a gran escala para uso doméstico. Ha sido ahora cuando nos hemos familiarizado de verdad con el líquido y hemos aprendido no solo a nombrarlo por un único nombre genérico si no que hemos aprendido a pedirlo con todos sus sinónimos “¡por favor tiene gel Hidroalcohólico, sanizante, higienizante, antiséptico, antibacterial…?” a estas alturas quién no ha puesto ya un gel desinfectante en su vida. Hubo un momento que desapareció de los lineales de los establecimientos y se convirtió en artículo de lujo, hoy ya se encuentra más fácilmente aunque todavía escasea. Aquí en casa un gran entusiasta de estos limpiadores bactericidas es Natan, así que esta pandemia nos cogió con toda la alacena del baño repleta del preciado gel antiséptico. Con tanta precaución empecé a usarlo en las primeras salidas para hacer la compra, era mejor empezar a acostumbrarse a poner unas gotitas “del antibacterial en las manos”. A los pocos días de embadurnármelas, noté sorprendentemente como “Candida” estaba mermando de tamaño, cambiando de color y  perdía ligeras láminas de su grosor. Lo primero que hice fue suspender el fármaco fungicida de mi podóloga, creo que el ocupante ya estaba tan habituado a él que era como echarle agua y por tanto alimentar a la bestia. Dejé mis ascos a un lado y comencé a usar cada dos por tres el insólito Bactericida, en menos de una semana la infesta se redujo a la mitad, ahora que alcanzamos las tres semanas, lo tengo dominado, aunque no vencido del todo. Su aspecto es tan diferente que puedo afirmar que a finales de abril habrá pasado a la historia. Cuando acabe todo este encierro lo primero que voy a hacer es pedir cita con la podóloga y mostrarle el gran prodigio. Abrirle los ojos a un antifármaco, al remedio definitivo para curar el bicho “Candida albicans”, el preciado Gel Hidroalcohólico.
“¡Vaya el descubrimiento que me ha hecho el coronavirus, la mezcla de alcohol etílico con agua astringente y glicerina: Gel limpiador desinfectante de manos!”

Mi aplauso de las 8 de hoy es para todos los que están investigando, tratando de conseguir un fármaco o vacuna con que paliar esta pandemia.

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