Día 44: Necesito un psicólogo 26 de Abril 2020
(223.759 infectados, 22.901 +1 fallecidos, 95.708 curados)
Expectativa y certidumbre no
son palabras sinónimas, tampoco significan lo mismo sin embargo pueden ser
complementarias.
¿Cuáles son mis expectativas
una vez que todo esto acabe?, no sé si es bueno generarme una ilusión, una
expectación excesiva de buenas perspectivas de futuro a corto o a largo plazo. ¿Qué
debería hacer?, idealizar lo esperado o por el contrario permanecer a la expectativa hasta tener las ideas claras
de cómo aparecer en el exterior de la manera más segura, desconfiando de
certezas previas como que ir saliendo sea la mejor opción aunque el número de
contagios sea elevado y que esa curva tan famosa de caída libre empiece a aparecer
en la tabla de registros de una vez por todas. Son demasiados días
reflexionando. Horas especulando cómo empezar de nuevo, mi mayor aprendizaje ha
sido la paciencia, aprender a esperar, a acatar decisiones extremas y dejar que
los acontecimientos sucedan sin más. Pero llegados a este punto, casi entrando
en el último tramo del retiro forzoso, siento un cosquilleo nervioso e
irracional por recobrar todas mis expectativas vitales, teniendo la evidencia absoluta
o lo que es lo mismo la certidumbre de que voy a entrar en un nuevo comienzo,
en una nueva etapa de mi vida y es aquí cuando pongo al mismo nivel la
complementariedad de los vocablos “Expectativa
y Certidumbre” como máximos exponentes de Esperanza y Convencimiento de
seguir hacia delante. “Como se nota que estar entre paredes hace
estragos, y me doy cuenta que entro en desvaríos hilvanados con un ligero hilo
de raciocinio. Si esto se prolonga por más tiempo, necesito un psicólogo que me
saque de todo este follón de ideas inconexas."
Mi imaginación no tiene
parada e idealiza todo lo que quiero hacer ahí fuera, hay tanto que ver, tantas
personas a las que abrazar, tanta actividad por hacer que todo se atropella más
en deseos que en hechos reales y
concretos. “Seguro que estoy
sobrevalorando todo lo que me falta” y además veo que nos están avisando de
que tardaremos en recuperar lo que era normal, nuestra libertad en el más
amplio sentido de la palabra. Es decir por ahora nada de pensar en visitar a la
familia, nada de turismo, nada de relaciones sociales, los amigos no existen
más que de lejos y los pequeños placeres mundanos como ir a bares o
restaurantes se quedan para más adelante. Con este panorama las expectativas de
recuperación quedan muy limitadas, están lejos de alcanzar la normalidad que conocíamos hace
meses. Así que empezaremos con paseos cortos al aire libre, embutidos en
mascarillas, con mucha desconfianza y poniendo excesivo aislamiento social. “Esto no hay por dónde cogerlo”.
Hablando por teléfono con mi
hija Amit he comprendido perfectamente que no estoy tan “grillada” como creía y veo que sus teorías sobre liberarse de esta
situación la sitúan en un estado de delirio momentáneo más singular que el mío.
Ella no tiene ninguna gana de salir al mundo exterior, se ha acostumbrado al
confinamiento, se ha aclimatado al ambiente de unos pocos metros cuadrados y
solo necesita abrir la ventana para respirar de vez en cuando. “Tiene el síndrome del encerrado” y su
hipocondría está disparada, no hay artilugio que pueda sacarla de su angustia
por contraer la enfermedad. “La gente no
va a tener la meticulosidad y el cuidado de desempeñar tan ingente tarea de
higiene y eso va a revertir en mi salud”. Estos días ha hecho acopio de mascarillas, tiene de
diferentes modelos y grosores se ha hecho experta en ellas. “Estoy pensando que me envíe unas cuantas por
mensajería aquí es difícil encontrarlas”.
Me río con sus aprensiones
sobre recuperar su trabajo, una especie de angustia dispara sus recelos y no la
deja dormir bien, realmente está inquieta por ese día tan anhelado por la
mayoría. Sus expectativas son muy diferentes a las mías, mientras yo estoy
deseando alejarme de todo esto y hacer miles de cosas ahí afuera, ella está
deseando quedarse más tiempo dentro, se siente más productiva encerrada y está
muy preocupara porque este momento se acabe,
“desearía que la cuarentena fuera más allá de mayo. Te lo digo en serio. Voy a
estar fatal cuando tengamos que salir, tendré mucha presión, recuerda que soy
muy aprensiva y quién me asegura a mí que nadie me contagie eh?” Es demasiado exagerada con las
cuestiones sanitarias y siempre encuentra que las enfermedades que padecen los
demás, puede tenerlas, incluso se las
apropia, las hace suyas sin padecerlas. Me quiere convencer que se siente
segura en casa, que no quiere correr ningún riesgo, afirma que contraer
coronavirus es muy fácil “no olvides que
la enfermedad es muy contagiosa” y siente un gran peligro ahí fuera “A mí me va bien estar en cuarentena un poco
más… así que no me importa esperar el tiempo que haga falta encerrada hasta que
no haya ni un infectado más” Amit es una perfecta expectante, desde la
seguridad del encierro necesita vigilar lo que pasa, tener controlada la
infección para obrar en consecuencia y sólo a partir de esa certeza conseguir
la expectativa definitiva para poder salir.
Hoy he cambiado los aplausos de las 8 por un minuto de silencio en memoria
de los fallecidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario