domingo, 26 de abril de 2020

COVID-19 DIARIO DE UN ENCIERRO OBLIGADO-DÍA 44




Día 44: Necesito un psicólogo 26 de Abril 2020
(223.759 infectados, 22.901 +1 fallecidos, 95.708 curados)

Expectativa y certidumbre no son palabras sinónimas, tampoco significan lo mismo sin embargo pueden ser complementarias.
¿Cuáles son mis expectativas una vez que todo esto acabe?, no sé si es bueno generarme una ilusión, una expectación excesiva de buenas perspectivas de futuro a corto o a largo plazo. ¿Qué debería hacer?, idealizar lo esperado o por el contrario permanecer a la expectativa hasta tener las ideas claras de cómo aparecer en el exterior de la manera más segura, desconfiando de certezas previas como que ir saliendo sea la mejor opción aunque el número de contagios sea elevado y que esa curva tan famosa de caída libre empiece a aparecer en la tabla de registros de una vez por todas. Son demasiados días reflexionando. Horas especulando cómo empezar de nuevo, mi mayor aprendizaje ha sido la paciencia, aprender a esperar, a acatar decisiones extremas y dejar que los acontecimientos sucedan sin más. Pero llegados a este punto, casi entrando en el último tramo del retiro forzoso, siento un cosquilleo nervioso e irracional por recobrar todas mis expectativas vitales, teniendo la evidencia absoluta o lo que es lo mismo la certidumbre de que voy a entrar en un nuevo comienzo, en una nueva etapa de mi vida y es aquí cuando pongo al mismo nivel la complementariedad de los vocablos “Expectativa y Certidumbre” como máximos exponentes de Esperanza y Convencimiento de seguir hacia delante.  “Como se nota que estar entre paredes hace estragos, y me doy cuenta que entro en desvaríos hilvanados con un ligero hilo de raciocinio. Si esto se prolonga por más tiempo, necesito un psicólogo que me saque de todo este follón de ideas inconexas."

Mi imaginación no tiene parada e idealiza todo lo que quiero hacer ahí fuera, hay tanto que ver, tantas personas a las que abrazar, tanta actividad por hacer que todo se atropella más en  deseos que en hechos reales y concretos. “Seguro que estoy sobrevalorando todo lo que me falta” y además veo que nos están avisando de que tardaremos en recuperar lo que era normal, nuestra libertad en el más amplio sentido de la palabra. Es decir por ahora nada de pensar en visitar a la familia, nada de turismo, nada de relaciones sociales, los amigos no existen más que de lejos y los pequeños placeres mundanos como ir a bares o restaurantes se quedan para más adelante. Con este panorama las expectativas de recuperación quedan muy limitadas, están lejos de  alcanzar la normalidad que conocíamos hace meses. Así que empezaremos con paseos cortos al aire libre, embutidos en mascarillas, con mucha desconfianza y poniendo excesivo aislamiento social. “Esto no hay por dónde cogerlo”.

Hablando por teléfono con mi hija Amit he comprendido perfectamente que no estoy tan “grillada” como creía y veo que sus teorías sobre liberarse de esta situación la sitúan en un estado de delirio momentáneo más singular que el mío. Ella no tiene ninguna gana de salir al mundo exterior, se ha acostumbrado al confinamiento, se ha aclimatado al ambiente de unos pocos metros cuadrados y solo necesita abrir la ventana para respirar de vez en cuando. “Tiene el síndrome del encerrado” y su hipocondría está disparada, no hay artilugio que pueda sacarla de su angustia por contraer la enfermedad. “La gente no va a tener la meticulosidad y el cuidado de desempeñar tan ingente tarea de higiene y eso va a revertir en mi salud”. Estos días ha hecho acopio de mascarillas, tiene de diferentes modelos y grosores se ha hecho experta en ellas. “Estoy pensando que me envíe unas cuantas por mensajería aquí es difícil encontrarlas”.
Me río con sus aprensiones sobre recuperar su trabajo, una especie de angustia dispara sus recelos y no la deja dormir bien, realmente está inquieta por ese día tan anhelado por la mayoría. Sus expectativas son muy diferentes a las mías, mientras yo estoy deseando alejarme de todo esto y hacer miles de cosas ahí afuera, ella está deseando quedarse más tiempo dentro, se siente más productiva encerrada y está muy preocupara porque este momento se acabe, “desearía que la cuarentena fuera más allá de mayo. Te lo digo en serio. Voy a estar fatal cuando tengamos que salir, tendré mucha presión, recuerda que soy muy aprensiva y quién me asegura a mí que nadie me contagie eh?” Es demasiado exagerada con las cuestiones sanitarias y siempre encuentra que las enfermedades que padecen los demás,  puede tenerlas, incluso se las apropia, las hace suyas sin padecerlas. Me quiere convencer que se siente segura en casa, que no quiere correr ningún riesgo, afirma que contraer coronavirus es muy fácil “no olvides que la enfermedad es muy contagiosa” y siente un gran peligro ahí fuera “A mí me va bien estar en cuarentena un poco más… así que no me importa esperar el tiempo que haga falta encerrada hasta que no haya ni un infectado más” Amit es una perfecta expectante, desde la seguridad del encierro necesita vigilar lo que pasa, tener controlada la infección para obrar en consecuencia y sólo a partir de esa certeza conseguir la expectativa definitiva para poder salir.

Hoy he cambiado los aplausos de las 8 por un minuto de silencio en memoria de los fallecidos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario