miércoles, 22 de abril de 2020

COVID-19 DIARIO DE UN ENCIERRO OBLIGADO-DÍA 40




Día 40: Colapso contradictorio 22 de Abril 2020
(208.389 infectados, 21.716 +1 fallecidos, 85.915 curados)

*Nuevo reportaje informativo en televisión: No queda más remedio que limpiar absolutamente todo…estamos confinados con el virus.”

He vuelto al supermercado, es la cuarta vez que aparezco por allí, es todo un acontecimiento y una de las actividades más “emocionantes y agobiantes” que me ocurre en días. Hay que hacer un ejercicio previo de preparación para enfrentarse a un acontecimiento como ese y lo peor es que estoy llena de contradicciones de cómo actuar, de cómo ser responsable o sobre todo de cómo gestionar el carro de la compra con total seguridad para que los míos no se contagien. Porque claro ya no solo es la tarea de ir a comprar, “vestida como si fueras un buzo”, de enfrentarte a la cola de entrada, seleccionar todo lo que necesitas en los diferentes departamentos, sino que se trata de toda una andadura de tareas de desinfección ardua y concienzuda de cada producto que introduces en el carro. “Resulta que ahora el virus lo tenemos dentro de casa, somos nosotros a nosotros mismos a los que nos contagiamos” eso nos dice el último reportaje informativo que he visto en la Tele. Se nos intenta hacer creer que con más de cuatro mil infectados diarios la culpa es totalmente nuestra, no olvidemos que estamos en el cuadragésimo día de encierro y la propagación va bajando muy lentamente. No lo entiendo “¿Qué hemos hecho mal, qué es lo que hacemos? Llevamos enclaustrados demasiado tiempo y Yo ya quiero salir, ¡a ver si nos aclaramos con esto!, porque si encerrados contagiamos, esto no se va a acabar nunca.” Si ya era trabajo limpiar cada alimento de la cesta de la compra, resulta que ahora hay que limpiar todo el camino recorrido de ida y vuelta desde que salimos hasta que entramos en nuestra casa. Se me generan tantas dudas con la información que solo pensar en el tiempo que me va a llevar la higienización me hace perder la paciencia y normal que se me ponga un carácter insoportable. Para ir a comprar hay que tener la mente clara, ser consciente de cada paso que se da, no se puede uno despistar tocando alimentos de aquí o allá. Las manos quietecitas, que no vayan a la cara, ni se te ocurra rascarte un ojo y mucho menos obsesionarte con que te pique la nariz, olvídate de atusarte el pelo y por supuesto deja de pensar que todo esto te puede ocurrir porque entonces la necesidad de hacerlo es grande y las ganas de toquetearte son tan poderosas que acabas haciéndolo y ya no sabes que debes hacer con la mano y el guante. No tienes otro para cambiarte, así que ya tienes un serio problema, recuerda guardar el móvil y si te llaman hacer como que no lo oyes, todo lo que toques estará ya contaminado.
Para no confinarnos con el virus, la reportera asegura que debemos limpiar absolutamente todo, “pero ¿qué es todo?”. Para aclararnos mejor lo que debemos hacer, ella se aplica el ejemplo y hace un recorrido por una gran superficie y compra tan rápido que es inverosímil su exposición. Sí, muy bien, una bolsita de la compra con pocos productos. Limpia el coche con una bayeta, un toquecito de limpieza sin más. Muestra como pone las llaves bajo el grifo, vemos como la ropa que se ha puesto en la operación salida, la mete en una bolsa, y nos indica que debe lavarse a 90 grados “¡siempre oyendo que no era ecológico lavar a esa temperatura y que se debe poner la lavadora con carga completa, me cuesta escuchar ahora que tengo que lavar tres prendas con esos grados tan elevados, seguro la voy a quemar!” Luego se centra en el pulido de pomos y puertas de su casa y con una sonrisa, nos demuestra lo fácil y rápido que ha sido todo. Ella tarda lo que le lleva el documental, como mucho minuto y medio. “Espera un momento, eso me va a llevar a mí horas, porque solo en comprar invierto unas tres y a ese tiempo voy a tener que añadirle toda la esterilización de lo comprado, más la limpieza de todo y ese todo es del coche, por dentro y por fuera, mando del garaje, esterilización puertas, pomos, escaleras, barandilla llaves, ropa, zapatos. Cuando llegue a las bolsas de rafia solo quedará fumigarlas y yo con ellas”. Esto sobrepasa mis límites de tolerancia, quiero revelarme contra todas estas ocurrencias, es demasiado, voy a estar todo el día con esto y aun así no tendré la confirmación clara de hacerlo bien. Por otro lado “¿quién es el guapo que pudiendo parar el contagio por limpiar no lo vaya a hacer?”. Lo que me genera paradojas y un desánimo por continuar con todo este ritual. “Lo mejor sería quedarse en casa y no comprar nada más, no comer y ya está, para qué ir a la tienda entonces”.
Hoy el producto estrella de mi Súper ha sido, unas toallitas con el rimbombante nombre de Salustar Naturalcare y el poderoso beneficio de estar impregnadas con la Clorhexidina y el Cloruro de Benzalconio, “por supuesto que he comprado un par de paquetes”,  con esos atributos ha sido difícil no caer en la tentación de agotar el producto,  sin entender muy bien la composición y sus propiedades, “suena a cloro, lejía, desinfección, limpieza, ni se me ha ocurrido mirar en Internet el significado de tanta peculiaridad, demasiadas explicaciones. Venga para el carro”.  Seguro que este producto me va a reducir horas de trabajo eliminando gérmenes del salpicadero del coche, de las llaves, barandilla o pomos de una pasada. Creo que lo mejor del producto es la conciencia de quedarse uno tranquilo admitiendo que se ha desinfectado todo lo infectado.
Una vez en casa y después de tanto esfuerzo profiláctico, cuando parecía que todo estaba incontaminado, impoluto, todo bajo control, la bocina del panadero me hizo pensar que iba a tener que empezar de nuevo con la tabarra del aseo y es que ya es demasiado, no se acaba nunca con la esterilización, “¡no puedo más!”.  Al abrir su furgoneta, me he cuestionado toda esa práctica de la meticulosidad, todo esa labor de limpieza, porque sí, el muchacho va con guantes y mascarilla, pero lleva una ronda de más de 5 horas de reparto toqueteando panes y monedas, sin dejar de estar en  contactando con clientes. “Como no admites tarjeta, no hace falta que me des las vueltas. Gracias por venir”. Pero claro ahora sí tengo un pequeño problema “¿qué hago con la barra de pan? ¿Le paso una toallita de Cloruro de Benzalconio, le rocío con hidroalcóhol, le humedezco con una mezcla de limón y bicarbonato,  le impregno con un poco de vodka, congelo la barra o la tuesto al sol para ver si mueren todos esos virus pegados a la harina de la corteza? ¡Qué asco!” Ahora entiendo tanto contagio, tanto virus confinado y es que en unos actos ponemos mucho empeño en dejarlo impoluto y en otros nos tragamos el patógeno sin pensarlo. Tengo demasiadas dudas sobre cómo esterilizar todo. Demasiadas contrariedades con la pulcritud. No puedo asegurar que lo hago bien y ni siquiera tengo la capacidad para creer que con todo este barullo de pureza no sea vulnerable y vaya a salir indemne de contagio.

Mi aplauso de las 8 va a ser para los sanitarios contagiados de COVID-19, más de 30.000, ellos sí que extremaron la esterilización en sus puestos de trabajo, sin embargo se les ha expuesto a luchar contra esta enfermedad sin proporcionarles los medios adecuados para ello.


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