XVI
El lienzo:
últimos trazos
Sentada en el escaño del largo pasillo
oigo los sonidos que la madera recoge,
la pisada hueca del que llega
se amortigua con la manta tupida
del color de la lana.
Y la golondrina regresa
y el sol luminoso calienta
la madera helada del invierno.
Otra vez el campo
se vuelve tomillo,
surge la textura del brezo,
el olor a jaras con el rocío fresco.
La piedra dilata
el volumen del barro,
la teja opaca restalla
el rojizo de su curvatura.
Ya las ventanas se abren,
la temperatura cálida de las eras
se transmite con ligeras sensaciones,
en los trazos hábiles de mi mano,
sobre el lienzo que el caballete soporta.
Ya se mezclan los colores de la tierra,
se convierten en entramadas alfombras,
hechas con el empeño de la estación nueva.
Recojo mis pinceles,
mi paleta, mis pinturas,
ordeno los tejidos del lino
esparcidos por el suelo
y dejo que este último lienzo
seque sus trazos…
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