XI
Se queda triste la tarde
Se queda triste la tarde
allí donde la sombra apaga tus sentidos,
aquello que he vivido
se ha desvanecido en un sueño
que la imaginación recuerda.
No puedo tocar el pasado…
No puedo llegar al futuro…
El espino, el serbal, el saúco
habrán empezado a tapizar
las piedras de tu camino.
Mis ojos ya no ven nada
ni siquiera el barro de tus entrañas,
no hay ocres, ni tierras
ni amarillos, ni marrones.
En la lejanía de tu otoño,
esperas el regreso de mi tormenta,
que no es lluvia,
que no es frío…
Es tan sólo temperamento.
XII
Se han ido…
Se han ido los pájaros
de las ramas del Negrillo.
El sol enfría “los lugares”
que ahora se aletargan,
se vuelven pálidos,
enmudecen.
Fumillélamo se desploma en la noche,
el silencio cae sobre la picota,
son las nubes las que descargan barro
en el camino del Fuello.
Un viento de luz otoñal
reseca las mejillas del pueblo,
que huele a humo
de madera recién cortada.
Ya no murmuran los pájaros,
Ya nadie oye nada.
Se han ido con su vocerío,
nos han dejado sin estridencia,
abandonados,
desvalidos…
…Indefensos...
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