jueves, 23 de junio de 2016

COMO TRAZOS EN EL LIENZO (7)

           XIII
       Regreso

Desde la loma del Valle
veo los tallos hendidos del centeno;
al fondo del paisaje
la voz rota de la Sierra
gime su nieve fría.

Oigo el balbuceo
de los que pasean el camino,
su saludo lejano
reconoce mi llegada.

Mis manos se hunde en el barro,
se rozan con las piedras.
Una ligera brisa trae el aroma
que evoca al trigo
mover su pelo lacio.

Atisbo ese Horizonte imaginario
entre la luminosidad
y la tierra áspera.

El corazón ahora palpita,
se derrite en sensaciones
visuales y auditivas,
táctiles y olorosas.

Es entonces cuando sé
que he regresado…


                XIV
     Dos Cigüeñas

Dos cigüeñas se acercan
con vuelo solemne y tranquilo
hacia el  cubículo
que dejaron en el estío.
Su nido, el del Chopo,
recoge la nieve
de los copos del invierno.
Los niños gritan:
¡las cigüeñas han llegado!

Desde los ventanales empañados
por la frialdad de la madrugada,
observo su frágil movimiento.
Se posan sobre el entramado de palos,
se instalan con ritmo lento,
reconocen el territorio.
Una mañana de enero
con los tonos fríos de la estepa,
los niños gritan:
¡ las cigüeñas han llegado!


                     XV
  Esperando tu llegada

No reconozco las palabras
del reloj que suena en la noche.
El ir y venir del péndulo
me produce desamparo.
En el sigilo de la oscuridad
nada me cobija.
Se agudizan los sentidos
en este universo
que sucumbe a la última luz que se agota.
Quiero soñar
con la imagen que el espejo refleja.
Una cortina de espesas nubes
cierra mis párpados.
Las horas avanzan
y yo sigo sin dormir nada.
Taciturna en el crepúsculo

de mi interior, espero tu llegada.

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