jueves, 24 de noviembre de 2016

Arquitectura de Maragatería: Clavos


Dentro del conjunto de la arquitectura de maragatería los clavos son accesorios de hierro forjados a martillo, que complementan la decoración de las puertas de las casas maragatas. Se colocan de manera lineal, y dependiendo del tamaño de la puerta llevan cuatro o cinco filas de clavos, a una distancia suficiente para componer la puerta de manera equilibrada. Cada fila está formada por unos 8 /9 clavos dispuestos a 5 cm unos de otros.  Su función es unir los tablones verticales que conforman la puerta por el lado principal con otros más estrechos en posición horizontal situados en el reverso de la puerta. La forma más común es  la semiesférica: clavos lisos sin dibujo, toscos y pobres y clavos cincelados  más llamativos con trazos de aspas, cruces u ornamentos florales. Pero también los hay con formas originales como: de concha de peregrino, es fácil encontrarlos en las puertas de los pueblos maragatos por los que pasa el Camino de Santiago, clavos que pueden ser fechados  en torno al siglo XVII;  clavos rectangulares con muescas ornamentales;  y clavos más elaborados y ostentosos  en forma de  pirámide octogonal y en forma romboidal recortada por los bordes, con incisiones centrales decorativas.

Aunque son piezas pequeñas  no por ello dejan de ser importantes, forman parte de la decoración de las puertas, que junto con los demás accesorios de hierro como tiradores, aldabones, picaportes, escudos de cerradura, etc.,  son la “carta de presentación” de los dueños de la casa. A través de ellos podemos identificar el grado de sofisticación decorativa, la suntuosidad o el lujo frente a la tosquedad, la simplicidad o pobreza ornamental de los que habitaron las casas de maragatería. Hoy en día todos son un lujo a conservar.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Área de Servicio “Las casitas”



Habíamos decidido hacer ese viaje porque teníamos cuatro días de descanso.
Después de la tensión de  colocar en el maletero del coche todo lo necesario para una familia numerosa con perro,  y cargar como si no fuéramos a volver en un mes, nos metimos en el coche, con  los nervios deshechos por el  jaleo de cuadrar todas las cosas como si se tratara de un rompecabezas donde todas las piezas encajan en su sitio.
Esta es la historia de nuestro perro, Tizón, un pastor vasco, sin ser genuínamente pastor,  pero sí vasco, de pelo largo y enredado, de tamaño pequeño con cara más bien fea pero a la vez simpática y tierna,  perro fiel, juguetón y alegre.
Al ver la indicación del Área de Servicio de la autovía, no dudamos en coger la desviación y  parar, dentro del coche el barullo era insoportable,  cada uno gritaba más que el otro y estaba claro que debíamos hacer un alto en el camino.
Tizón fue el que primero salió del coche, no necesitaba quitarse ningún cinturón para coger la puerta y marcharse a  olisquear los arbustos de la zona verde, los niños no tardaron en correr hacia el parque infantil y nosotros nos sentamos en una mesa exterior para  ver como seguían chillando y vigilarlos a todos incluido el perro. El buen tiempo hacía de esos cuatro días de vacaciones una oportunidad para salir de la ciudad y me sorprendió la cantidad de gente que había pensado lo mismo que nosotros, una escapada para relajarnos del día a día.
Pagamos las consumiciones, casi dándonos pena el tener que volver a la “grillera” de nuestro coche; cuando salimos del establecimiento los niños seguían en el parque más ajetreados que antes de salir del coche pero un poco más animados de entrar en él, aunque ya se sabe que esa calma dura menos que lo que se tarda en recorrer un kilómetro, nos quedaba por delante unas  3 horas de viaje.
Nos pareció raro que Tizón no estuviera enredado con los niños, que no acudiera con ellos al coche, que no se montara el primero, a la orden de” ¡Vamos!” como siempre hacía.
Lo llamamos pero ni rastro de él. El encargado de la cafetería nos ayudó a buscar por la zona ajardinada y por el interior del local y lo mismo hizo el empleado que reposta la gasolina. Algunas personas nos dijeron que Tizón había estado merodeando por la zona verde trasera del restaurante que ahora estaba vacía.
Los niños lo llamaban dando voces, pero yo sabía que a él no hacía falta que lo llamáramos insistentemente para que viniera de inmediato con solo oír las palabras “ ¡Vamos, Venga al coche!”.
Había desaparecido. Estuvimos en el Área de Servicio una hora y media más, esperando alguna respuesta. Llegamos a la conclusión que nos lo habían robado. Continuar el camino con los tres niños llorando no fue fácil y pasar tres horas en el coche sin ninguna explicación racional de lo sucedido fue angustioso.
Nuestros cuatro días de descanso fueron tristes y los niños no paraban de preguntarnos si habíamos recibido alguna llamada desde el lugar de la pérdida que pudiera devolvernos la esperanza.
“La falta de  un perro se cura con otro perro” nos decían los dueños de la casa rural donde estábamos hospedados, “mañana les buscamos uno por el pueblo y se lo llevan, por aquí lo que sobran son perros.”
Tizón no era un perro, era nuestro perro y no queríamos otro, sólo queríamos reencontrarnos con él.
Nos pusimos en contacto durante esos días y varias veces con el encargado del Área de Servicio, allí nadie había dejado una nota para nosotros y no había rastro de él por la zona.
De vuelta a nuestra rutina, sentimos su falta aún más, mirábamos hacia nuestro jardín y parecía que lo veíamos correr,  que  lo veíamos andar de aquí para allá por la casa, pero no eran más que ilusiones ópticas.
A los 20 días los niños empezaron a interesarse por otras cosas de su vida diaria y dejaron progresivamente de hablar y preguntar por él. Por supuesto habíamos dejado de llamar al encargado amable que nos atendía con cierta preocupación,  ya no tenía sentido, y además tenían todos nuestros teléfonos por si aparecía.
Escuchaba la radio en mi  coche yendo a trabajar, casi estaba olvidándome de lo ocurrido un  mes antes, y sonó el teléfono móvil,  sonó varias veces.  Desde el aparcamiento del trabajo escuché el buzón de voz “soy…por favor, llámame es importante”.
La farmacéutica de Torgás del Camino al ver al perro que había entrado en su establecimiento había tenido indicios de que algo no iba bien con los que creía eran sus dueños, dos chavales de unos 22 años que aparecieron asustados pidiendo alguna pomada cicatrizante para calmar las heridas de varias dentelladas profundas en la parte de la cabeza y lomo del animal. Los chavales que habían aparcado su coche delante de la farmacia llevaban un remolque con unos endiablados perros que no dejaban de ladrar, ”son tremendos no paran de morderse y a este claro…” dijo uno de ellos.  Recomendar la visita al veterinario fue lo primero que se le ocurrió, pero era tal el agobio de los chicos que les vendió un antiséptico, vendas y una pomada cicatrizante, para que salieran del paso hasta ir al día siguiente al veterinario que no estaba a más de 20 kilómetros de la farmacia, pero que había cerrado unas dos horas antes.
Lina habló con su colega días después sobre el perro malherido,  a su consulta no había llegado ningún perro con las cicatrices de ninguna mordedura.  Así que dejó el tema y dio por hecho que el problema se habría solucionado con los medicamentos que les había proporcionado.
Lina cada dos semanas  al salir de la farmacia  se acercaba hasta el Área de Servicio de la autovía, repostaba gasóleo y se tomaba un café, solía llevar a Marcos, el encargado, los medicamentos que previamente le había encargado para su madre, esta rutina, era deseada por ambas partes que no dejaban de tontear desde el momento en que ella entraba por la puerta.
En uno de esos momentos Lina no sé cómo hablando de perros, le vino a la cabeza el perro malherido que había visto con los supuesto dueños en su farmacia, pero a pesar de lo sorprendente de la historia, el encargado no relacionó el episodio de la gasolinera con la historia de este perro, al fin de al cabo, eran unos chavales de la zona, unos cazadores a los que no les serviría para su actividad un pastor vasco.
Lina tenía la última guardia de la semana, serían las doce de la noche y el encargado del Área de Servicio la llamó por teléfono para ayudarla a matar el tiempo de una noche  más en vela. Después de un buen rato de charla, él le preguntó “¿cómo era el perro herido que llevaron los chavales a tu farmacia?”, sin mucho interés  la farmacéutica lo describió sin entender por qué él repetía la misma descripción. “Tengo el teléfono de los dueños” dijo emocionado Marcos, pero pensaron que era irrelevante molestarlos sin tener noticias del perro y sobre todo para no causar más dolor, lo mejor era que los dueños aceptasen la pérdida sin saber que había pasado por allí.
Pedro, el veterinario de Valdemorillo está acostumbrado a ver de todo con la cantidad de cazadores que hay por la zona y como traen malheridos a sus perros. Oyó  el frenazo de un coche  que paró delante de su puerta,  escuchó el abrir y cerrar del maletero con mucha prisa y de repente la arrancada del coche sin dejar huella.
Salió  para ver que “demonios estaba pasando”, una sábana blanca envolvía el cuerpo de un perro en un estado lamentable, mirada triste y perdida, ensangrentado por varias heridas, bastante sucio  y sin responder a ningún estímulo.
Consiguió limpiarle las brechas. Le llevó suturarle más de una hora. Uno de los cortes estaba infectado iba a necesitar antibiótico y ser intervenido quirúrgicamente. Llamó a Lina por teléfono; no había duda se trataba del mismo perro del que ella le había hablado días antes. Los datos del microchip no estaban actualizados y el número de teléfono que figuraba en él era erróneo.  Marcos,  se había ido de vacaciones unos días “a la nieve” era el único que  tenía los teléfonos de los dueños, pero se encontraba fuera de cobertura. Debían esperar un par de días a que regresara, además él era el que  podía reconocer mejor al perro, había visto merodear al pastor vasco en condiciones normales por la mesa de sus dueños mientras les ponía las consumiciones.
Cuando el encargado del Área de Servicio lo vio, no supo que decir, el perro no parecía el mismo, estaba afeitado por varias partes de su cuerpo, estaba tumbado e inerte.
Lina se encargó de llamar a la familia, no había nada que perder y lo más seguro era que se tratara del perro que había desaparecido.
Quedaron al día siguiente en el Área de servicio “Las Casitas”,  esta vez las dos horas de viaje aunque ruidosas eran una fiesta. Allí estaba Tizón con sus tres salvadores, casi no reaccionó al vernos, lo que más nos impresionó fue su mirada triste, realmente estaba convaleciente y necesitaba con urgencia entrar en un quirófano.  Los niños no paraban de besarlo, movió un poco su cola pero sin grandes aspavientos. Al despedirnos Lina lloraba, Pedro y Marcos estaban emocionados. Ellos eran nuestros héroes y no sabíamos cómo agradecérselo.
Dos meses después el herrero de Torgás había entrado en la farmacia  de Lina contando no sé qué historia de una denuncia de alguien hecha en el cuartel de la Guardia Civil de unos chavales que tenían encerrados  unos 5 perros que no dejaban de ladrar todo el día y un par de ellos eran de razas “malas”, unos pitbull que habían mordido ya a varios perros e intimidaban a más de uno. Son esos chavales del “tí Espuelas” que vive ahí pegando al regato antes de la desviación al Área de Servicio…

Tizón tuvo que ser intervenido con anestesia total dos veces, se curó de sus heridas,  aunque nunca se curó del susto de haber sido atacado por unos Pitbull que sus dueños descuidaron en el Área de Servicio. Nuestro perro solo sobrevivió un año más.

jueves, 20 de octubre de 2016

Ausencias

Miro las gafas de mi padre
traspaso con mis ojos
las lentes de aumento
y veo cristales de recuerdo
son sus gestos,
la sonrisa, el cariño,
la preocupación o el llanto
lo que se ve en el reflejo.

Las gafas de mi padre
son la montura que fraguó
momentos de mi vida.
Las cojo con cuidado
viendo en ellas su mirada
la caricia cercana,
el consejo sensato,
la ayuda infinita.

Las gafas de mi padre
me descubrieron el frío de la pérdida
de unos años de niño.
En el cajón escondido
de la cómoda vieja,
el reloj del padre
marcando el último segundo del adiós,
la despedida de la inocencia,
la llegada del sufrimiento
el valor, la responsabilidad,
la esperanza de un nuevo comienzo.

Las gafas de mi padre
y el reloj del suyo
las manecillas paradas
los cristales ciegos
la correa cobriza
y las patillas plegadas
son lo que yo soy
lo que él me enseñó.

Ahora lo entiendo
mi padre y mi abuelo
dos ausencias
dos simples objetos
unas gafas
un reloj,
los agarro como amuletos
sintiendo su fuerza
para seguir, perdurar, vivir…

viernes, 14 de octubre de 2016

Arquitectura de Maragatería: Picaportes y Escudos de Picaporte



Para que las puertas maragatas queden cerradas o se abran sin necesidad de llave, desde el siglo XVIII hasta hoy se ha usado un accesorio de hierro conocido como  picaporte, manija o manilla.
El picaporte está formado por una palanca, en el interior de la puerta, que está fijada por un clavo, ésta se levanta, accionando una pletina de hierro situada en el exterior de la puerta y que penetra a través de ella  levantando la palanca, que a su vez está metida en una grapa que la delimita. Cuando la pletina de hierro se presiona desde el exterior, la palanca situada en el interior, deja de reposar sobre una pieza en forma de nariz y abre la puerta. Cuando dejamos de presionar la pletina desde el exterior y a la vez tiramos del “tirador del picaporte” hacia la otra hoja de la puerta o hacia el marco de la puerta si se trata de una sola hoja, la palanca vuelve a caer sobre su nariz y la puerta queda cerrada.
Lo más vistoso del picaporte se encuentra en la parte exterior de la puerta y está formado por la pletina con cabeza plana, por el tirador del picaporte  que ayuda a tirar o empujar la puerta para cerrarla o abrirla y por el escudo de picaporte accesorio complementario de adorno.
La pletina o espiga está formada por una placa de hierro forjado que en uno de sus extremos tiene forma de cabeza plana para apoyar el dedo pulgar y levanta la palanca situada en el interior sobre la pieza en forma de nariz.
 El tirador del picaporte es una pieza de hierro forjado en forma de asa con la que se consigue empujar o tirar de la puerta. Hay asas de diferentes modelos: liso, con cordón en el centro, cortado en espiga, acordonado completo o sólo en los extremos.

El escudo de picaporte es una chapa de hierro recortada en diversas formas, está embutido entre la cabeza de la pletina o espiga y el tirador, y sujetada a la puerta por unos pequeños clavos. Es el accesorio más visible de la puerta, el que llama la atención, es un adorno singular. Sus formas y cortes dependen del herrero y del capricho del dueño que lo encarga,  quizá sea ésta la razón por  la que no hay dos iguales, aunque algunos son parecidos son obras únicas hechas a mano y por tanto cada una adquiere su grado de originalidad. El escudo de picaporte, además de otros accesorios como: las aldabas o aldabones, los clavos, las cerraduras o bocallaves, los escudos de cerraduras y el color que tienen las puertas, embellecen el conjunto de la casa maragata.

martes, 27 de septiembre de 2016

Pétalos para Marina

Pétalos de Rosa Roja
sobre tu cara tierna y amable,
la risa permanente
se aprecia en la mirada
que envuelve tu armonía.

Pétalos de Rosa Roja
caen sobre el susurro de tus sueños,
el crepitar del fuego
es la dulzura del cuarto donde habitas.

Pétalos de Rosa Roja
dejas a tu paso
por el sendero de la vida.
Oigo el rumor de tu pelo al viento,
los acordes de tus pisadas,
el compás de tu canto.

Quisiera ser el aroma que te sigue,
el Pétalo caído de tu Rosa,
la esencia de tu contenido…

Observo desde lejos
como suena tu alegría,
como pasa por el camino,
como me arropa con su ruido.

Pétalos de Rosa
Pétalos de Rosa  Roja.




miércoles, 14 de septiembre de 2016

Arquitectura de Maragatería: Aldabones y Aldabas


En las puertas de las casas de maragatería los aldabones y aldabas ocupan un lugar central y privilegiado,  son piezas de hierro donde un simple vástago golpea sobre un clavo, y su función es la de llamar. Los aldabones están situados a una altura intermedia alta, el vástago es grande, su tamaño oscila entre 25 y 30 centímetros, los hay sencillos con forma de Y griega o con forma de S lisos o rayados, y más complejos o elaborados con forma de pájaro o de reptil, horquillados, curvados o doblados en su parte superior o en la inferior que es la que  golpea el clavo. Por el contrario las aldabas son más pequeñas  se encuentran a una altura intermedia no alta de la puerta, su tamaño oscila entre 15 y 22 centímetros, las piezas son más elaboradas, el vástago es pequeño con forma de daga  y suele estar decorado con rayas rectas, con rayas que se cruzan o con rayas en forma triangular y está montado sobre una placa ornamentada con forma cuadrada dentada o rectangular dentada en posición romboidal o en forma octogonal dentada y el llamador se curva en forma de anilla imperfecta con una protuberancia circular que toca con el clavo para llamar .
Estos accesorios de hierro característicos de la arquitectura popular maragata son del S. XVIII principalmente y muestran el esplendor de estas casas arrieras.

domingo, 4 de septiembre de 2016

VISITANDO A LOS FUNCIONARIOS DEL DNI

Que tengas un nombre complicado por largo y extraño es más que un problema, es una pesadilla… y si tu nombre lleva acento y el funcionario no completó sus estudios de bachillerato estás más que perdido y si tu partida de nacimiento tiene errores es para desesperarse…
El otro día fui con mi hijo a renovar su DNI y a autorizarle a tramitar su pasaporte por si algún día de estos visita algún país fuera de la Unión Europea y cual sería nuestra sorpresa cuando la funcionaria que le hace comprobar su nombre a través de la pantalla del ordenador, lo vemos sin acento, se lo decimos y nos dice que ella no puede poner a su nombre el acento que le falta porque en su anterior documento está sin él. Por cierto la primera vez que le hicieron el DNI fue esta misma señora, es lo bueno o lo malo de hacerlo en una ciudad pequeña que conoces al personal. Con un tono fuera de lugar nos dice que necesita ver la partida de nacimiento, para comprobar que esté la tilde colocada en su sitio. En nuestra lengua no hay otra manera de escribir su nombre y sobre todo si no pones el acento no puedes leerlo bien, así que se ve claramente que el día que en la escuela estudiaron los diptongos e hiatos esta mujer no acudió a clase…
_”Se requiere que lo veamos y esto significa un cambio de nombre, hay que enviarlo a Madrid para que den la aprobación y después hacer el DNI.
Días después acudimos de nuevo con los papeles que certifican el acento olvidado en el documento anterior, y la compañera de la señora que nos había mandado al registro le dice, que un acento se puede cambiar, que le deje a ella, que lo va a intentar y lo peor es que en menos de un minuto, nos dice que ya está. Mis ojos se incendiaron y mi expresión de fastidio debió ser tan visible que la señora nos dijo:
 _“claro, es que como nos han cambiado el sistema informático, pues yo, no sé muy bien.”
Mi hijo y yo nos miramos y pensamos lo mismo “si te cambian el sistema informático, te habrán dado un curso, o por lo menos te habrán dicho todas las posibilidades de cambio, errores o beneficios del nuevo sistema”.
Respirando hondo y poniendo nuestros dedos en posición de loto, pasamos a la funcionaria siguiente: la de pasaportes, una mujer ruda que martilleaba con una rueda de madera los pasaportes para aplanarlos, porque la máquina que los tenía que prensar estaba averiada. El ruido era molesto, pero ni nos atrevimos a poner un mal gesto, hicimos como que no oíamos nada, de vez en cuando nos mirábamos y subíamos una ceja, como escépticos ante el gesto de la mujer “forzuda”.
 _”Escriba aquí sus datos y autorice a su hijo.” Me dijo sin levantar la vista del ordenador.
Pasados unos segundos, veo que pone mala cara, niega con la cabeza, arruga la nariz y aprieta los labios. Yo ya temblando me temo lo peor.
No puedo autorizar a mi hijo a que haga el pasaporte por no llamarme como me llamo, los que tienen nombres con preposiciones y artículos ya saben de qué hablo, los funcionarios nos los ponen y nos los quitan de los documentos cuando menos te lo esperas y mi DNI aparece sin  estos “elementos”, que un funcionario, en algún momento de las tantas renovaciones que he hecho, decidió quitármelo porque le parecía mejor y aunque yo me había dado cuenta me gustó el cambio, e incluso llegué a pensar lo majo que era el tío al quitarme esas dos palabras insulsas de mi nombre.  ¡Pero no!, eso es un error que en un futuro lo puedes pagar caro, es lo que me ocurre a mí ahora. La funcionaria con tono despótico y un poco malhumorado me mandó al juzgado, a la sección del Registro Civil porque a mí me faltaba en mi DNI la contracción de una preposición y un artículo, eso sí, mis dos nombres estaban correctos, que según mi punto de vista es lo esencial e importante y lo otro es paja sin importancia.
Entiendo que los funcionarios que expiden los documentos estén cansados de ver a personas que se llaman equivocadamente a como los han inscrito al nacer, pero yo estoy más que cansada de que me equivoquen el nombre cada vez que les viene en gana, es cierto que ahora te hacen comprobar todo, pero hasta hace unos años era un lío tremendo, en ese lío he permanecido hasta este verano.
 -“Sólo tu partida de nacimiento nos puede decir cómo te llamas y cuando la traigas podrás hacer de nuevo tu DNI y autorizar el pasaporte de tu hijo.”
La partida registraba mis dos nombres con la contracción “del”. Después de dos semanas esperando a que me volvieran a dar cita para poner en orden mi documento de identidad, la funcionaria me dice que debo esperar a que contesten desde Madrid, la verdad, en ningún momento me dijo que organismo tiene que contestar sobre mi nombre, el caso es que tienen que contestar sobre algo que yo sé que es así ciertamente.
_”¿!Estás de broma?! Me estás diciendo que ahora debo esperar a que Madrid certifique un cambio de nombre por un “del” que ellos, los funcionarios, en algún momento me han quitado? ¡no!, ¡no puede ser!” Pensé sin decir palabra, aunque mis gestos lo decían todo.
Una semana después me llamaron para que fuera a hacer mi DNI con mi nombre escrito correctamente como certificaba mi partida de nacimiento
-“Compruebe usted que todo esté bien, si no lo hace es culpa suya…”
-“Sí, sí, desde luego, no quiero que se coma ni una letra de mi nombre, que luego hay que reclamar un cambio de nombre…”
Ya pude autorizar a mi hijo a hacer el pasaporte, porque mi documentación ya estaba en regla, o eso creía yo. La funcionaria de los pasaportes, la mujer ruda que nos atendió el primer día y que yo ya estaba cansada de verla, por todos los días que me hicieron acudir a esa oficina,  con gesto solemne, me llamó y me dijo, usted es hija de tal y tal. Casi me caigo de la silla.
 –“No, no, mi madre se llama…”
Ahora mi madre se llamaba como yo, es decir le habían añadido a su nombre otro más, una preposición y un artículo. Ella se llama con un nombre a secas…
_”Por favor mire mi partida de nacimiento.” Les dije un poco cabreada.
_”¡Mary! (gritando) se dirige a la que me había hecho el DNI anteriormente, la madre de esta chica está mal escrito, no se llama así.”
_”¡Ah pues yo puse lo que decía su partida, ni más ni menos!, hija de tal, tal y tal , eso es lo que ha quedado en el ordenador.”
Sé cómo se llama mi madre desde que tengo uso de razón, en todos mis documentos siempre se ha llamado igual y mira que he hecho papeles en la vida en los que he necesitado poner su nombre, para que ahora estas mujeres me dijeran que no era así.
-“Pero vamos a ver,  en mi DNI antiguo,  en mi libro de familia soy hija de ella y no de la que pone ahí en mi nuevo documento de identidad…”
_”Lo siento tiene que volver al Registro Civil a comprobar cómo se llama su madre si está mal el juez debe rectificar que su madre se llama como se llama y rectificarle a usted ese cambio en su partida. De todas maneras le podemos dejar que autorice a su hijo a hacer el pasaporte, a él ya ni le va ni le viene como se llama su abuela.”
¡¡¡Ay Madre!!!  Vuelvo al juzgado donde se encuentra el Registro, el funcionario comprueba mi partida de nacimiento y la  de mi madre, vemos que la mía está errónea. ¡No me lo puedo creer! Soy hija de mi madre pero le han puesto el nombre mal en mi certificado de nacimiento y le han añadido al suyo propio tres palabras más.
Cuando le explico al hombre, otro funcionario cansado de que sus colegas los funcionarios del DNI y pasaporte manden extraer de los libros de registro partidas  para comprobar una y otra vez lo que otros escribieron mal hace años, que todos estos años anteriores me han escrito bien el nombre de ella y supongo que la primera vez que solicité mi documentación para el DNI me pedirían la partida de nacimiento, el hombre del registro, me confiesa que antes escribían lo que el familiar decía y no se comprobaba nada de nada y ahora se comprueba todo de manera obsesiva. Para tener el libro de familia se debe pedir ese certificado, el nombre de mi madre está escrito correctamente en ese libro y mi partida era la misma entonces y ahora; el hombre ya no sabe que decirme y ve claramente la chapuza. Estoy hecha un lío, el juez me tiene que certificar al margen izquierdo de mi registro que no soy hija de quien está escrita en mi partida de nacimiento sino de otra con un único nombre como dice su partida de nacimiento, menos mal que sus apellidos están bien.
Así que tengo que volver a rectificar mi DNI y posiblemente mi pasaporte, eso sí una vez que mi partida de nacimiento quede registrada correctamente.

¡Ay, cuánta pérdida de tiempo! ¡Cuánto esfuerzo en papeleo! Lo que más me da pereza es volver a encontrarme con las dos mujeres de la oficina del DNI, es posible que encuentren otro error en mis papeles y que tenga que volver a tramitar otra solicitud para un nuevo cambio.