Ahora sí me quiero ir, perder el sentido, dejar de respirar. Hasta la vista. Ahí os dejo, arreglároslas sin mí. Se acabó, adiós muy buenas, ahora continuar con vuestra vida, yo soy de otro mundo, me he ido…ya no estoy aquí, recordar que esto ya lo sabíamos, no tengáis miedo, adelante, seguir con lo vuestro…
Ya te dije que no quería venir para recordar momentos del
pasado, no tengo nada que decirte, todavía sigo desolado, me siento herido y
necesito curar esta ausencia tan profunda. Aunque quizás tengas razón, recordar los
buenos momentos aliviará su pérdida, pero ya está, nos hemos quedado solos, huérfanos
y te veo sufrir demasiado, es innecesario. Tendremos que aprender a llenar su
vacío. Si nos ponemos a hurgar en los
recuerdos no vamos a dejar de llorar. Sabíamos lo que iba a ocurrir tarde o
temprano y después de diagnosticarle ELA, era más que probable que no pasaría
de los 5 años. Cuántas veces nos pidió que le ayudáramos a morir, y cuántas
veces le convencimos que no podíamos cumplir su deseo, ni se nos pasó por la
cabeza hacerlo. La culpa era mayor y más resistente que convencernos de su
dignidad vital. El caso es que, cuando hablábamos de un futuro hipotético, no
sólo lejano, sino lejanísimo, nos habíamos prometido que llegado el momento si
alguno se veía en las circunstancias de irreversibilidad, le desconectaríamos de
cualquier máquina que le mantuviera con vida artificialmente, sin miedo a sentir
la carga del delito. Pero cuando le ocurrió a él no fuimos capaces y rompimos
aquel pacto que habíamos sellado entre los tres hacía más de cuarenta años. Su
final no fue largo pero pudo ser más corto y ahora nos viene el remordimiento
por no reducirle el sufrimiento.
Sí, él me enseñó a conducir cuando sólo tenía 14 años recién cumplidos.
Siempre lo recuerdas y yo se lo he agradecido toda mi vida, ese día me
convirtió en un gran profesional. Tú tenías miedo, claro que, eras más joven y además
parecías mucho más sensato que nosotros dos, nos dabas estabilidad y cordura,
aunque a veces no te hacíamos ni caso. Hoy lo hubieran metido en la cárcel o le
hubieran puesto una orden de alejamiento por semejante imprudencia o lo que es
peor nos hubieran separado de él, le habrían quitado la patria potestad y hubiéramos
ido a un centro de Menores y a saber qué hubiera sido de nuestras vidas. Lo sé,
siempre me ha gustado dramatizar e imaginar cosas extremas que difícilmente
hubieran ocurrido.
Por eso te dije por teléfono que no era el momento de
emocionarnos más. No hace falta que me repitas que tuvimos un padre
maravilloso, y que nos hemos convertido en unos dependientes emocionales de su
vida. Él sustituyó a nuestra madre, que tú ni recuerdas y yo olvidé su cara
real cuando aún era pequeño. Tuvimos dos personas en una, y fuimos afortunados.
Somos lo que él nos enseñó.
El día que entablilló la pata del perro, después de la pelea
con el gato, quedaste impresionado, fue a partir de ahí que te obsesionaste con
el cuidado de los animales. Por eso cuando montaste el refugio fue el primero
en ofrecerse como voluntario, no paraba de recoger animales por el barrio e
intentar ayudarte a buscar familias de acogida.
Cuando nos dijo la enfermedad que tenía, como dos ignorantes,
la buscamos en Google, no teníamos ni idea del sufrimiento que iba vivir, de lo
mucho que iba a cambiar, pero aún sin entender lo que le estaba empezando a ocurrir, nos derrumbamos. Él nunca perdió el buen
humor, incluso nos consolaba como si los enfermos fuéramos nosotros.
Ya sabes, no era de lamentos y tristezas. Me quedo con el
último día que pasamos con él en el hospital cuando aún estaba consciente. Toda
la tarde de risas con nuestras bobadas y tonterías. Recuerdas que al
despedirnos nos mandó a “tomar por saco”
y soltó los tacos que tanto nos hacían reír de niños. ¡Qué tío siempre de buen humor!
Su despedida fue bonita, vino mucha gente a su entierro, eso es porque era buena gente y yo por lo menos me sentí acompañado. Así que deja de llorar y recuerda lo que nos decía.
Ya es
hora de marchar, llevo muchos años aquí, estoy un poco cansado, os dejo mi sitio.
A ver chicos, tengo que marchar e irme, no va a ser para tanto. Os espero en el
otro lado. Nos vemos, adiós.
Me ha encantado… gracias por compartirlo
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