martes, 14 de marzo de 2017

Arquitectura de Maragatería: Escudos de Cerradura





Escudos de cerradura, bocallaves o cubre cerraduras son términos empleados para designar al objeto que embellece el orificio de la cerradura por donde se mete y guía una llave.
Estos accesorios de hierro son característicos de las puertas maragatas, un complemento más que junto con el aldabón,  los clavos, el tirador y el picaporte conforman la vistosidad de la puerta de madera, que es la presentación previa al interior de la casa maragata. Se vienen utilizando desde el Siglo XVII y tienen su momento de esplendor entre los siglos XVIII y XIX. Se trata de piezas donde la imaginación popular crea formas, tamaños y ejemplares únicos.
Los hay poco elaborados con formas geométricas romboidales, rectangulares, trapezoidales, triangulares o circulares. Otros con formas ovaladas presentan simples muescas o dibujos tallados en el propio escudo. Los hay más sofisticados  y elaborados con cortes ramificados y adornos calados, muchos incorporan iniciales de los dueños de la casa o fechas significativas, otros se rematan con cruces o con siluetas de pequeñas cabezas de pájaros.  La función del bocallaves no es otra que proteger la madera de los roces de la llave al entrar en la boca de la cerradura y a partir de ahí el gusto de los dueños, su poder adquisitivo y la estética del momento contribuyeron a la elaboraron de estas piezas tan vistosas de la herrería popular y que dan singularidad al conjunto de la arquitectura de Maragatería.

sábado, 11 de marzo de 2017

MÚSICA DE VIOLINES

        A mi tío J.A.C.C. que nos enseñó a amar la Música

No sabíamos que la música de Bach que interpretábamos en el violín acompañaba tu  último hilo de vida… afinábamos el Minueto nº 2 y  los violines llevaban el ritmo en cada nota, la posición de nuestros dedos era la correcta y el arco se deslizaba entre el puente dibujando un baile acorde, sin pausa, sin detenerse.
No sabíamos que a cientos de kilómetros, en ese preciso momento, tus cuerdas desafinaban, el arco de tu violín rozaba desacompasado, titubeante como el aprendiz que coge por primera vez el instrumento.
Continuamos con el Minueto nº 3  y nuestros cuerpos vibraron mientras tú desafinabas llamando nuestra atención, seguíamos el curso de nuestras notas, cerramos los ojos y cuanto más alto y fuerte rozábamos el arco, más era tu agitación, tu convulsión. Nos llamaste pero sólo oímos el desgarro del arco a su paso por la cuerda RE; el ritmo de Bach nos impulsaba en los sostenidos, las posiciones naturales, las notas ligadas, las repeticiones, los tresillos… Nos dejamos llevar hasta que el último SOL transformó la pieza en notas negras, notas pesadas que nos hicieron abrir los ojos. Aun así no oímos que tus cuerdas se habían roto, que el arco de tu violín tocaba en el diapasón una canción triste, imperceptible, después insonora.
La Gavota de Gossec nos sobrecogió, el arco se enmudeció a su paso por las cuatro cuerdas. El sonido de los violines se superpuso con tus susurros, no oímos tu adiós, no percibimos tu partida, saliste por la puerta sin hacer ruido. “Da Capo al Fine” nos indicaba la partitura y volvimos a repetir los compases, ya no escuchamos tus cuerdas, nuestros pentagramas señalaban distintos ritmos…  Haendel, Beethoven, Boccerini, Shumann, Corelli, Telemann, el desgarro de Stravisky y el vacio de Taverner se asomaban tímidamente a nuestra memoria auditiva.
Se nos humedecieron los ojos, lloramos por dentro, nuestra alma palideció  de dolor.  Se hizo el silencio, comprendimos que no estabas con nosotros. Preparamos la ropa del concierto más triste que podíamos interpretar, “El Réquiem de tu adiós”. El sonido de tus instrumentos tocaban lo que tu querías, nos dejamos llevar por tu melodía y los recuerdos pasaron por nuestra mente de forma pausada recordando cada gesto, cada expresión, tu sonrisa, tus palabras, la concordia de tu ser y lloramos sin consuelo las partituras que se agolpaban en un atril enlutado.  Al despedirte el Concertino  te dio la mano, nos diste tu último saludo y un aplauso unánime dejó partir la marcha fúnebre hacia donde tú imaginaste estar después de tu muerte…