Día 52: Nosotros mismos 4 de Mayo 2020
(248.301 infectados, 25.427 +1 fallecidos, 151.633
curados)
Casi echando el cierre a este diario, empezando muy lentamente a abrir la
puerta del encierro y tomando el pulso a una nueva situación vital, no quiero
todavía olvidar detalles que he ido observando del comportamiento de muchos de
nosotros en esta situación tan extraña, y que en muchos casos nos ha tenido al límite de
nuestra capacidad de resistencia. Por lo que me llevo preguntando varios días,
si nuestra conducta se ha modificado estando encerrados, o si nos hemos comportando
de manera igual a como lo hacíamos hace casi dos meses. Es decir para no liarlo
más, la cuestión es si nos hemos confinado como realmente somos. Sin pensarlo
en profundidad creo que sí. Nos hemos comportado dentro, como somos fuera pero
con ciertos matices exagerados producidos por la imposibilidad de ser libres.
De ahí la necesidad de haber estado muy activos contribuyendo constantemente realidades, para poder sobrevivir y llevar todos estos
días de la mejor manera posible. Todo esto viene porque hace unos días me ha
llegado al móvil un vídeo de cómo varias personas estaban celebrando la feria
de abril desde la terraza de su casa y éste me ha llevado a recordar otros con
otras tantas celebraciones, escenificadas desde balcones o ventanas; lo que me ha dado pie a pensar que incluso
encerrados hemos mantenido la esencia de nosotros mismos, conservado costumbres,
actividades o hábitos como emblemas que nos recuerdan quienes éramos y como lo
estamos expresando dentro de la excepcionalidad. Así si se trata de celebrar
algo, se festeja poniendo todo el empeño en que salga de la mejor manera
posible, aunque los recursos sean limitados y sobrepasemos situaciones
ridículas. Siendo ahora como éramos entonces, ¿hay alguna diferencia en
nosotros? En mi opinión sí, lo dispar está en la manera de presentarnos a los
demás comportándonos de forma exagerada y queriendo mostrar en todo momento qué
es lo que hacemos con cierto empeño, actuando con pantomima, melodrama y mucha teatralidad.
Los medios de comunicación se afanan diariamente buscando situaciones
particulares y no dudan en escribir o en grabar reportajes cómo es el día a día
de gente anónima que exhibe cosas sorprendentes o de aquellos más populares y
conocidos que muestran sus destrezas animándonos a seguir su ejemplo de “buen
rollo”. Lo que quiero demostrar es que
nos hemos confinado tal como somos pero mostrándonos de una manera más
exagerada, a veces desmedida e incluso
desproporcionada de lo que realmente somos. Obviamente mi estudio es una simple
observación de una pequeña muestra vista a través de los medios gráficos, la
televisión, llamadas telefónicas y todo
el material que me ha llegado por whatsapp como vídeos o fotos, que no han sido
pocos en todos estos días. Así por
ejemplo: el extrovertido, el que es gracioso, sigue siéndolo en su casa, se
pasa muchas horas manteniendo la atención de los demás a través de las redes
sociales, tiene tiempo para memes. Está la mayor parte del día pendiente de
seguir conectado enviando hasta la saciedad fotos y vídeos, es el animado del
grupo. Por el contrario el tímido, el que pasa de implicarse, se ha cerrado más
en banda, se ha centrado en sus cosas, no necesita mucho el contacto, le sobran
los megas de su teléfono y hay que ponerse en contacto con él para que te haga
caso, su finalidad es pasar inadvertido. Son malos tiempos para el
hipocondríaco, desmesuradamente ha tenido varios síntomas del virus, no salir al
exterior es su mayor objetivo aunque ya pueda hacerlo. Por otro lado al que le
encanta ir de cañas o de tapeo lo ha hecho igualmente y desde el balcón se ha
montado su terraza particular con la puesta en escena de bebidas y todo tipo de
tapas han circulado por su mesa. Los que disfrutan bailando están pasando las horas
aprendiendo coreografías y no han dudado en mostrarlas sin pudor grabándose
para compartirlas. Los obsesionados con el trabajo, han tenido vía libre para
poder realizarlo durante horas. El maniático del deporte se las ha ingeniado para
crear su propio gimnasio aunque sea en pocos metros cuadros, no ha tenido
problemas en conseguir artilugios como pesas, cintas o pedales. Los cocinillas,
sí que se han realizado a gusto aunque a estas alturas los comensales pueden
estar más que hartos de guisos y postres. Los lectores han tenido tiempo más
que suficiente para devorar parte de lo que tenían pendiente para la
jubilación. También he visto como los
manitas han dado una vuelta a toda la casa, arreglando lo que tenían
pendiente, no ha quedado tornillo por ajustar y el taladro lo tienen echando chispas.
No me olvido de los apasionados del motor, mi vecino no ha parado en todo este
tiempo de abrir el capó de su coche, además de arreglar un par de motos que
tenía olvidadas en su garaje y ha tenido cola en su puerta para el cambio de
aceite de los vehículos de un par de vecinos espabilados. Los locos de las
series se han apuntado a varias plataformas para pasar de una a otra sin
moverse del sofá. Los chavales que antes jugaban unas partidillas en sus máquinas
durante unas horas controladas, en este momento están ya más que enganchados a
ellas. A las que conozco que les encanta
la limpieza doméstica han dejado la casa como un jaspe. Los obsesos del jardín han mantenido el césped a ralla y
las tijeras de podar han dejado las tuyas a nivel. A los que nos gusta escribir
ya sabemos lo que es estar a solas aporreando las teclas del ordenador, y estos
días no damos abasto con la imaginación. Los que escuchan la radio o ven la
televisión han doblado las horas de atención a la emisión de programas,
noticias y visionado de miles de datos. A Los músicos ya los hemos visto
expresando su arte, amenizando al barrio cada tarde. Así que concluyendo esta
descripción de las diferentes maneras de proceder en el encierro, y sin
pretender elaborar una teoría sobre el comportamiento en este momento atípico, en
mi opinión nos hemos confinado tal como somos, como éramos fuera, aunque la
gran diferencia es que estando dentro hemos exagerado nuestra conducta sobre
todo al exponernos ante los demás. Es así como se explica el gran esfuerzo celebrando
fiestas, conciertos, procesiones, bailes o cumpleaños, por supuesto se ha hecho
a nuestra manera, pero al grabarlo para compartirlo hemos hecho una
representación desmedida y al hacerlo por ese fin es cuando hemos exagerado
nuestra manera de ser.
Se han acabado los aplausos en las ventanas, hemos empezado a correr o a
pasear y ya lo hacemos desde la calle.
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