Es curioso que para escribirte esta carta tenga que
escuchar a Van Morrison, él saca lo
mejor de mí, los sentimientos más profundos, las tristezas veladas, los
reflejos del pasado, y hace que las
lágrimas inunden mis ojos al recordarte,
balbuceo sus canciones hasta sentirte en ese punto de no retorno del que no se
puede escapar llamado “Horizonte de Sucesos” ¡qué vacío tan grande, qué
oscuridad, qué frío, qué negrura! Y en
esa soledad inmensa del Universo puedo sentir tu piel, tu sonrisa, el
movimiento de tus manos, el balanceo de tu melena en un intento de danza
acompasada mientras nos reíamos en nuestros juegos infantiles y escucho tu voz,
tus carcajadas ya en un paulatino eco olvidado. Rememoro las miradas cómplices,
tu mano en mi hombro apoyando mis miedos, tus
palabras de ánimo escritas en pequeños papelitos metidos en mi cartera
escolar, eran el refugio de la lucha diaria cuando me encontraba en un medio extraño
y hostil. Sí, ahí estabas tú para que yo me sintiera mucho mejor cuando me
faltaban las fuerzas para seguir. Todo aquello se desvaneció, se licuó en un
fatídico momento y se mezcló en un “Agujero Negro” del que ya no has podido
volver.

Querida Orel, así debería haber comenzado mi carta de
felicitación de tu “No Cumpleaños”, ¡te deseo un Feliz día! Sé que mi carta es extraña
e inusual, sin destino ni remite, sin sobre ni papel, sin un código concreto de
comunicación, con pequeños lapsos de otro tiempo, con pequeñas pinceladas de un estar sin
estar, añorando tu falta con canciones que me trasportan a otra época en la que
estábamos juntas celebrándolo.
Me despido tarareando The
Healing Game lo hago en honor a tu Memoria, a los años que estuvimos y a
todos estos años de AUSENCIA, VACÍO, CARENCIA, PRIVACIÓN Y PÉRDIDA…
Un beso de tu hermana pequeña M.R.
26 abril 2019