“Voy a pintar el retrato del Esteban Carro
que yo conocí, el que era simplemente mi tío Esteban. Cada trazo de ese lienzo
va a ser un recuerdo con él. Unas pinceladas de felicidad y alegría infantil
por lo extraordinario de su originalidad. El cuadro va a ser un ejercicio de
memoria de unos 7 años, un tiempo corto con imprecisiones temporales que van de
los cinco a los doce años que acababa de cumplir, cuando le di un último beso y
me fui camino del Bierzo, a pasar unos días de vacaciones, con una prima, antes
de volver al colegio...”
Pasaje del relato “El lienzo bermejo de lo atípico”
Publicado en: Esteban Carro Celada: su huella en el tiempo 1